LAS RELIQUIAS
El Catecismo Romano, enseñan que los huesos y otras reliquias de santos deben venerarse con una especie de culto religioso, porque por ellos podremos obtener gracias o favores admirables. Este culto de las reliquias es anticristiano en cualquier forma que se le considere.
1. Su Culto. Es anticristiano el culto que se dan a sus reliquias (las genuflexiones obligatorias delante de ellas, las consagraciones solemnes de un relicario, etc), porque la Biblia lo condena. Entre todos los pasajes que los curas citan como favorables a su idolatría, ni uno existe que pueda sostenerla de alguna manera; y por otro lado hay muchos en la Biblia que de manera terminante la condenan. Dios, por ejemplo, quiso esconder el cadáver de Moisés, para que el pueblo no venerase las reliquias de él (Deut. 34:6). Y Cristo reprochaba a los fariseos porque ellos adornaban los sepulcros de los profetas, pero no hacían caso de sus enseñanzas (Mat. 23:29-36), lo que se aplica admirablemente a los fariseos de nuestros días, los cuales muestran gran devoción para los pretendidos sepulcros de Cristo y los Apóstoles, y han abandonado su fe. Los cuerpos de los Apóstoles no debían ser adorados mientras vivían (Hech. 10:24-26; Heb. 10, Pedro; Hech. 14:8-18; Apoc. 22:89). Menos aun ahora que han muerto, y que según la palabra del Señor ellos son polvo y han vuelto al polvo. La veneración de los restos materiales de los hombres de Dios, es idolatría. Cuando los israelitas empezaron a querer venerar la serpiente de metal, Dios aprobó su destrucción (2 Rey. 18:4).
2. Veneran Instrumentos de Tortura. Pero los papistas veneran aun los instrumentos de suplicio que han torturado a los santos: la cruz, los clavos, la lanza del Gólgota, la espada con la cual fue degollado el Bautista, las piedras con que apedrearon a S. Estaban, etc., etc. ¡Horror!
3. Fetichismo. El culto de las reliquias tiene sabor también a fetichismo. Los curas atribuyen a esas reliquias propiedades sobrenaturales; enseñan que ellas obran milagros, las llevan a ciertos enfermos para curarlos, afirman con juramento que los andrajos o trapos de un candidato a la canonización han hecho milagros, proclaman en la oración de consagración de un relicario que las reliquias pueden guardarnos "del diablo, de los rayos, del granizo, de las pestes, de los ladrones, de las fieras, de las serpientes", etc., etc.; las llevan en procesión en tiempos de sequía, o de epidemia, pretenden con ellas conjurar toda clase de calamidades. Esta es precisamente la superstición que tienen los salvajes con respecto a sus fetiches.
4. Impostura. El culto de las reliquias tiene también sabor a impostura; no sólo porque está fundado sobre la falsa idea de que ellas tengan poder, sino porque ni son auténticas. La pluma del Arcángel Gabriel conservada en una Catedral de España; el respiro de S. José conservado en un frasco en S. Étienne, Francia; el cerebro de S. Pedro conservado en Ginebra, de cuyo análisis resultó ser una piedra pómez; la sangre de S. Genaro, que se vuelve líquida cuando quieren los curas; la túnica de Cristo expuesta en Tréveris, Alemania, y probada ser falsa por el cura Jonge; las millares de gotas de leche, los innumerables cabellos, las muchas camisas, el anillo y cinturón de la Virgen, el heno del pesebre de Belén, la cola del asno de Balaám, la lengua de S. Antonio de Padua, conservada sin salarla; los treinta dineros de Judas; la Escala Santa; el puñal y el escudo del Arcángel Miguel, conservado en Saint Juñen de Tours; los dos cuerpos y medio de S. Sebastian, etc., etc. Todas éstas son una pequeña muestra de lo que los curas pretenden poseer. ¡Impostura descarada! Tiene el clero mucho cuidado en exponer las reliquias, y tenerlas ocultas, y mostrarlas únicamente en determinados días y eso a distancia, de manera que no pueden verse bien y analizarse. ¡Cuántos huesos de asno y de otras bestias, cuántos andrajos de mendigos hacen venerar a los crédulos como cosas santas! Nunca tienen la mínima prueba de autenticidad de sus reliquias y dicen constantemente: La Iglesia ha dicho así, y debéis creer; o cuando más, citan documentos apócrifos y contradictorios. Citemos algunos ejemplos:
a) La cruz sobre la que murió Jesús.
b) La casa de la Virgen María. Los papas han hecho creer al mundo que aquella casa después de la invasión turca de la Tierra Santa, fue llevada por los ángeles en las Marcas de Ancona, en Recanati, Italia, en un terreno de una señora Laureta; y en ese lugar han levantado un espléndido santuario, prometiendo grandes indulgencias a los peregrinos. Y no obstante está probado que la Santa Casa de Loreto no es absolutamente la de María. El primero en mencionar la leyenda del vuelo de la casa fue Mantuanus, en 1500, pero su única autoridad es un documento que él pretende haber visto en la misma casa, pero que nadie vio jamás. Los historiadores católicos del siglo XIV cuentan que en sus tiempos muchos peregrinos iban a visitar la casa de María en Tierra Santa; por consiguiente, es imposible que haya desaparecido de su lugar a la llegada de los turcos. La casa de María es imposible que haya durado tantos siglos, en medio de las revoluciones que se sucedieron en Palestina. La Santa Casa de Loreto no es casa oriental, sino precisamente semejante a todas las demás casuchas de la localidad. La Santa Casa es una barraca hecha rápidamente, fue mandada construir en una noche o poco más por el papa
Bonifacio VIII, "el cual entró en el pontificado como un zorro, vivió como un león, y murió como un perro, fabricante audaz de falsos milagros, el cual había conseguido hacer aparecer ángeles falsos a su predecesor Celestino V para obligarlo a que abdicara, y ahora viendo el éxito notable en Verona de la fábula del asno de Betfagé, pensé intentar una empresa más audaz y más lucrativa, haciendo aparecer en un instante a campesinos ignorantes una casa nunca antes vista y haciéndoles creer que ella había sido traída por los ángeles.
c) La cátedra de S. Pedro. El papa dice poseer el sitial episcopal en el cual solía
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