IGLESIA DE CRISTO

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ESTUDIOS BÍBLICOS

miércoles, 17 de noviembre de 2021

EL ÚNICO MENSAJE DE DIOS

  EL ÚNICO MENSAJE DE DIOS 

        Gál. 1:1—9

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el Evangelio de Cristo. Mas, si aún nosotros o un ángel del cielo os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: si alguno os predica diferente evangelio, del que habéis recibido, sea anatema”.

Como ocurre hoy día, la iglesia de Galacia se alejaba del camino de la verdad por causa de los falsos maestros que se habían introducido en la Iglesia del Señor. El apóstol Pablo veía el peligro que sobre los creyentes se cernía. Pablo, como cualquiera de los líderes que sirven en las iglesias hoy, no tenía opción; no podía hacer otra cosa que permanecer firmes en lo que escribía y otros habían escrito anteriormente. Cristo les había enseñado que una sola alma era más importante que todas las riquezas del mundo.

“¿Por qué, qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Mr. 8:36-37.

Nuevamente las almas de los gálatas estaban en juego. Con firmeza y poder, Pablo advirtió a los falsos maestros y a los creyentes: Dios tiene un único mensaje: El Evangelio de Cristo. Solo se debe obedecer, predicar, enseñar y seguir el Evangelio de Dios.

1. El evangelio de Dios (v. 6)

2. Algunas personas se volvieron, como ahora, a evangelios falsos (vv. 6-7)

3. Los predicadores de evangelios falsos son anatema, según la Palabra de Dios.

Pablo acaba de declarar el Evangelio de Dios en esta escritura. (El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre. Gál. 1:4.

El mensaje del Evangelio es que Cristo murió en la cruz para rescatarnos de este presente mundo malo, esto es, de estos pecados del mundo:

legalidad

Falta de justicia

Corrupción

Envejecimiento

Deterioro

Muerte

Juicio

Condena

Destino

Cristo murió para que pudiésemos ser liberados del pecado y de la muerte y vivir eternamente con Dios en un nuevo cielo y una nueva tierra. Según la marcha que llevan las cosas en el mundo, los hombres de buena voluntad nos damos cuenta de la falta que hace Cristo en los corazones de las personas; muchas de las cosas que ocurren no ocurrirían.

En la práctica, lo que sucede es esto: Cuando una persona ve a Jesucristo y cree verdaderamente en que Él tomó sus pecados para sí y murió por ellos, Dios lo considera. Dios lo toma como un hecho. Dios ve a Cristo cargando con el pecado de la persona y ve a la persona como si no tuviera pecados y fuera perfecta; Dios la ve completamente libre de pecados. Por lo tanto la persona se torna aceptable ante Dios.

Dios la ve en Cristo que es sin pecado, completamente justa y perfecta. Pero no debemos olvidarnos de una cosa. La persona no es libre de pecado; nadie es libre de pecados; nadie es perfectamente justo. Pero Dios, lo considera justo en Cristo; mediante su gracia, Cristo nos presenta Justos y aceptables ante Dios.

¿Por qué Dios hace una cosa tan maravillosa e increíble? La razón es que Él nos ama mucho. Nos ama con un amor eterno e ilimitado; porque, el verdadero amor, no tiene fin.

Este es el mensaje del glorioso Evangelio. No podemos ganar la aceptación de Dios, porque somos imperfectos e injustos todos nosotros y solo la justicia y la perfección pueden habitar en la presencia de Dios.

Siendo así, hemos de estar de acuerdo en que Dios nos ama tanto que Él nos ha brindado el camino para que seamos justos y aceptables ante Él. Esto es lo que se quiere significar por la justificación y la maravillosa gracia de Cristo. Este es el mensaje del Evangelio. 

Al siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: « ¡Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! Jn. 1:29

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna Jn. 3: 16

Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ro. 5:6

Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Con mucha más razón, habiendo sido ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira, 10 porque, si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Ro. 5:8—10.

Primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; 5 y que apareció a Cefas, y después a los doce. 1 Co. 15:3-5.

Y él por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 2 Co. 5:15.

 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios experimentara la muerte por todos. He. 2:9

Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan. He. 9:28

Pues ya sabéis que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir (la cual recibisteis de vuestros padres) no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 1 P. 1:18-19.

Asimismo, Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu. 1 P. 3:18.

Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecados en él. 1 Jn. 3:5.

En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. 1 Jn. 3:16.

y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre. Ap. 1:5.

Y cantaban un cántico nuevo, diciendo:

Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo y nación; nos has hecho para nuestro Dios un reino y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.» Ap. 5:9

El problema era que algunos falsos maestros se habían unido a la iglesia, estos no creían en el evangelio predicado por Pablo y los apóstoles. Añadían y quitaban atacando a los ministros del Señor. Como resultado de esto, algunos creyentes les seguían. Pero aún había esperanzas de que se arrepintiesen y volvieran al camino recto.

Debemos tener en cuenta de que un apersona que se aparta del evangelio, no se está apartando de un conjunto de creencias y principios, ni de una iglesia o congregación. La persona se está apartando de Dios mismo. Es Dios el que nos ama y nos salva, no un conjunto de creencias. Es Dios el que nos llama personalmente a la gracia de Cristo, no un mensaje ni un predicador.

Por lo tanto apartarse, es desertar de Dios mismo; de la Persona que nos ha amado lo suficiente como para salvarnos vida eterna en su Hijo, Jesucristo.

Las palabras de Pablo “tan pronto”, significan cuán pronto podemos ser apartados y conducidos lejos de Dios.

Los falsos maestros, al parecer, acababan de unirse a la iglesia y tenían una capacidad impresionante y gran carisma, de manera que fueron casi inmediatamente aceptados como predicadores y maestros de la Palabra.

El resultado fue devastador: muchos fueron atrapados por la fuerza de su carisma, capacidad, ideas y sabidurías mundanas.

La palabra “maravillarse”, significa asombrarse, sorprenderse. Pablo casi no podía creer en el hecho, puesto que los gálatas habían recibido el Evangelio y habían crecido en Cristo. Pero aquí estaban alejándose tan rápidamente.

Sintió la necesidad de advertir a los creyentes pues estaban caminando sobre una fina capa de hielo. Estaban desviándose y desertando de Dios.

…y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mt. 24:12.

Los de sobre la piedra son los que, habiendo oído, reciben la palabra con gozo, pero no tienen raíces; creen por algún tiempo, pero en el tiempo de la prueba se apartan. Lc. 8:13

Jesús le contestó:

—Ninguno que, habiendo puesto su mano en el arado, mira hacia atrás es apto para el reino de Dios. Lc. 9:62

Cuando el espíritu impuro sale del hombre, anda por lugares secos buscando reposo; pero, al no hallarlo, dice: “Volveré a mi casa, de donde salí.” 25 Cuando llega, la halla barrida y adornada. 26 Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él; y entran y viven allí, y el estado final de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Lc. 11:24—26.

…pero ahora, ya que conocéis a Dios o, más bien, que sois conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar? Gál. 4:9.

Mas el justo vivirá por fe; pero si retrocede, no agradará a mi alma.» He. 10:38

Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Ap. 2:4

Los creyentes se estaban volcando hacia otro evangelio. La palabra “otro”, significa un tipo diferente de evangelio y no solo una diferencia en el énfasis del espíritu. Significa un tipo diferente de evangelio que presenta:

1. A un Jesús diferente

2. Una gracia diferente

3. una forma diferente de ser salvo

4. Un Dios diferente

5. Una imagen diferente del amor de Dios.

Pero, miren lo que declaran las Escrituras: el evangelio al que se estaban volcando los gálatas no era otro evangelio. No existe otro evangelio, sino solo uno por el cual el hombre puede volverse aceptable a Dios y ese es el Evangelio de Dios mismo revelado en la muerte de su Hijo, incluso “la gracia de Cristo” (v. 6)

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Jn. 3:16

Le respondió Simón Pedro:

—Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Jn. 6:68.

Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Jn. 8:24.

Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hch. 4:12

…pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 1 Co. 2:2.

Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 1 Co. 3:11

Por : Carlos Benavides



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