IGLESIA DE CRISTO

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ESTUDIOS BÍBLICOS

jueves, 23 de enero de 2025

PREDICA LA PALABRA

 PREDICA LA PALABRA 

(2 Ti 4:1__8) "Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio. Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida."


Introducción:

Pablo sabe que su muerte está próxima y sigue preocupado porque no deja de ver cómo la apostasía va creciendo dentro de la iglesia. En esta coyuntura se ve en la necesidad de pasar el relevo a su amado hijo Timoteo para que él siga desempeñando la tarea que hasta ese momento él había realizado como apóstol. Y una de las funciones más importantes que debería llevar a cabo sería la de predicar la Palabra. A continuación presentamos el esquema principal de nuestro estudio.


Solemne exhortación a predicar la Palabra (2 Ti 4:1-8).

Exhortación a predicar la Palabra frente a las falsas doctrinas (2 Ti 4:1-5).

La justificación de la exhortación: Timoteo debe tomar el relevo frente a la partida de Pablo (2 Ti 4:6-8).

Exhortación a predicar la Palabra frente a las falsas doctrinas

(2 Ti 4:1__5) "Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio."

Como hemos dicho, Pablo veía que se acercaba el fin de sus días sobre esta tierra y tenía una gran preocupación al considerar los tiempos peligrosos que se avecinaban sobre el cristianismo y la desviación de la fe que ya percibía dentro de la Iglesia. En esas circunstancias hace diversos encargos a su fiel discípulo Timoteo.


1. La solemnidad del encargo

A lo largo de todo el Nuevo Testamento, cada vez que Pablo se refiere a Timoteo percibimos una relación muy familiar, afectuosa y hasta de admiración. Sin embargo, cuando ahora comienza esta exhortación, el apóstol utiliza un tono muy diferente, que sugiere una profunda solemnidad: "Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino".

El apóstol llama a Dios y al Señor Jesucristo como testigo del encargo que a continuación va a hacer a Timoteo, y además le recuerda que un día volverá y someterá a prueba su ministerio. Viendo la forma en la que se hace el encargo, podemos decir que viene cargado con todo el peso de un juramento legal. La idea sería algo así como: "Te conjuro delante de Dios, a quien tendrás que rendir cuentas, para que cumplas con este encargo".

Tal vez alguien podría pensar que Pablo no estaba seguro de si Timoteo iba a cumplir con este encargo, y por eso usó un lenguaje tan fuerte, pero no tenemos ninguna razón para pensar que estuviera motivado por la desconfianza, ya que de hecho Timoteo había sido puesto a prueba en muchas otras ocasiones, manifestando siempre una fidelidad admirable. Recordemos lo que Pablo dijo de él cuando iba a enviarlo a Filipos:

(Fil 2:19__23) "Espero en el Señor Jesús enviaros pronto a Timoteo, para que yo también esté de buen ánimo al saber de vuestro estado; pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio. Así que a éste espero enviaros, luego que yo vea cómo van mis asuntos"

La carrera espiritual de Timoteo había sido constante, sin altibajos o crisis aparentes que nos hicieran sospechar que fuera un hombre impredecible. Por otro lado, siempre se manifestó como un colaborador fiable, dispuesto a ser enviado a las misiones más difíciles. Por lo tanto, es muy probable que la razón por la que Pablo expresó este encargo de una forma tan solemne, era porque en cierto sentido estaba designando a Timoteo como su sucesor en la obra del Señor, y esta carta serviría de documento oficial que lo acreditaría ante quienes lo pudieran dudar.

Notemos también otros detalles importantes que encontramos en este encargo. Pablo vivía con la esperanza puesta en el inminente regreso de Cristo a este mundo para reinar en él después de juzgar a todos los hombres: "... juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino". Es verdad que al presente Cristo está siendo rechazado por la mayoría de los hombres, pero esta situación cambiará cuando él regrese en poder y gran gloria. Es muy probable que Pablo mencione este hecho en este contexto por varias razones.

En primer lugar, porque Timoteo no debía perder de vista que todo nuestro servicio es llevado a cabo "delante de Dios y del Señor Jesucristo", quien va a examinarlo en un día futuro y lo recompensará como corresponda (2 Cor. 5:10). Esto es un estímulo más para aquellos que quieren servir al Señor con fidelidad, y una seria advertencia para quienes son negligentes y descuidan su ministerio. Es importante notar con atención que la responsabilidad final de un predicador no es ante una iglesia local o ante cualquier otro ser humano, sino ante el Señor       (1 Cor. 4:4-5). El predicador no debe estar pendiente del aplauso o de las críticas de sus oyentes, sino de ser fiel a Dios en la predicación de su Palabra. Esta es la única manera en la que podremos estar seguros de la aprobación divina. Y no debemos olvidar que alcanzar el éxito humano no implica necesariamente contar con el beneplácito de Dios. Eso es humano, y viene asociado generalmente con el poder, el prestigio, las riquezas, cosas terrenales que se pueden llegar a alcanzar por medios poco honestos, pero la recompensa divina es eterna y sólo está al alcance de aquellos que son fieles a Dios, sin importar cuán importantes hayan llegado a ser en este mundo.

En segundo lugar, todo siervo del Señor debe mirar constantemente al retorno glorioso de Cristo a este mundo. Esto es muy necesario, porque cuando estamos inmersos en la dura batalla y sufrimos el desgaste que produce cada combate, sólo podremos seguir manteniéndonos en pie si "vemos" la gloria de Cristo sentado en el trono de la Majestad en las alturas. Sólo esto nos puede animar adecuadamente a perseverar en un camino tan duro. No podemos perder de vista que él ha resucitado de los muertos y ha ascendido en gloria al cielo desde donde volverá triunfante para dar la retribución debida a cada hombre y para sentarse a reinar en el trono de David como su descendiente legítimo (2Sam. 7:8__16). Cuando nos olvidamos de esto, el servicio cristiano en un ambiente hostil deja de tener sentido y el sufrimiento que produce termina por derrotarnos. Por eso, no debemos olvidar que Cristo está sentado en el Trono y tiene la última palabra sobre el destino de este mundo.

Y en tercer lugar, nos recuerda que el tiempo y las oportunidades para predicar el evangelio durarán hasta el momento de la venida de Cristo a juzgar al mundo.


2. ¿Cuál era el contenido del encargo?

Pablo hace ahora la presentación de su encargo: "Que prediques la palabra".

Empecemos por observar que lo que tenía que predicar es "la Palabra". Esto hace referencia a la "Escritura inspirada por Dios" (2Tim. 3:16-17), que como ya hemos visto, no sólo incluía los escritos del Antiguo Testamento, sino que ahora había que añadir también "la forma de las sanas palabras" que Timoteo había oído del apóstol       (2Tim 1:13; 2Tim. 2:2).

Es interesante considerar el término "predicar". Éste se empleaba en la época del Imperio Romano para referirse a la labor del heraldo del emperador, quien proclamaba de manera pública y formal un mensaje de parte del emperador, que debía ser escuchado y obedecido en el caso de contener algún mandamiento. La conclusión a la que Pablo quiere llegar es que el Rey del cielo ha encargado su Palabra a los predicadores, y éstos tienen la obligación de proclamarlo a los hombres con toda su autoridad, y también con la máxima fidelidad, sin alterar, falsificar o inventar el mensaje.

¡Qué importante es recordar que la predicación de la Palabra es el medio establecido por Dios para comunicar su verdad a los hombres! Sin ninguna duda, ésta es una necesidad suprema en nuestros días. Aunque si somos sinceros, tenemos que reconocer que es una responsabilidad que asusta. Algo similar debió sentir Moisés cuando Dios le encargó predicar su palabra en Egipto: "¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua" (Ex 4:10); o el profeta Jeremías cuando Dios le hizo un encargo parecido: "Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño" (Jer 1:6).

Pero el poder y la eficacia del predicador no depende de que tenga una retórica persuasiva, o de su cultura y erudición, o de su capacidad para contar anécdotas o historias conmovedoras, sino de que predica la Palabra inspirada de Dios.


3. ¿Cuándo debía cumplir el encargo?

Timoteo debía estar listo para predicar en cualquier momento: "Que instes a tiempo y fuera de tiempo". Esto implica estar atento para aprovechar bien todas las oportunidades, sin considerar que a otros no les pudiera parecer que el momento sea oportuno. De hecho, quien espera hasta que la ocasión parezca completamente favorable para predicar el evangelio, nunca la encontrará. Con esto Pablo da a entender que el predicador encontrará con frecuencia cierto rechazo a escuchar la Palabra, pero el siervo del Señor debe ser constante en ello, sin ceder ante la presión que el mundo pueda colocar. Por supuesto, esto no quita que la predicación siempre debe ser llevada a cabo con corrección y formalidad.


4. ¿Cómo debía desarrollar el encargo?

La predicación de la Palabra debe ser expuesta con el fin de abarcar diferentes necesidades en la persona, de ahí las siguientes exhortaciones: "Redarguye, reprende, exhorta". Notemos que dos de ellas son negativas y sólo la tercera es positiva:

"Redarguye". Una de las finalidades del predicador tiene que ser la de corregir aquello que es pecaminoso o que es falso doctrinalmente, para lo que primero tendrá que convencer por medio de la Palabra. Luego tendrá que guiar a la persona al arrepentimiento y al cambio en su forma de pensar.

"Reprende". Como vemos, el predicador debe enfrentar el problema del pecado y juzgarlo a la luz de la Palabra, tanto en relación con aquellos que todavía no son creyentes, como de los que ya lo son. De ninguna manera se puede reducir su gravedad o ignorarlo. Por supuesto, ésta es una de las tareas más difíciles y peor vistas que el predicador tiene que enfrentar.

"Exhorta". Junto con la reprensión es necesario exhortar, lo que implica colocarse al lado de la persona para animarle, alentarle, amonestarle con el fin de que siga el camino correcto.

Todas estas cosas deben ser hechas "con toda paciencia y doctrina". Por un lado será necesario no impacientarse o enojarse con aquellos a los que trata de corregir. Porque acalorarse, mostrarse áspero, o impetuoso, hará que todos nuestros esfuerzos sean infructuosos (2 Ti 2:25). Y por otro lado, para ser realmente útiles, tendremos que fundamentar nuestra corrección con la instrucción sana de la Palabra, porque de otro modo no tendrán ningún peso y rápidamente será olvidada.


5. ¿Por qué debía cumplir con este encargo?

Pablo va a explicar a continuación cuál era la razón por la que estaba haciendo este encargo tan solemne a Timoteo: "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas".

En este caso el apóstol no se centra principalmente en los falsos maestros, sino en los propios creyentes. Él veía con toda claridad que estaba comenzando un abandono generalizado de la sana doctrina dentro de la iglesia, lo que aumentaría el crecimiento de la cristiandad profesante y nominal. Pablo hace este diagnóstico después de haber analizado los síntomas:

"No sufrirán la sana doctrina". El verbo traducido por "sufrir" sugiere la idea de "mantenerse derecho o firme contra una cosa". En este contexto implica la negación a adaptarse a la sana Palabra de Dios. Pablo está anunciando con claridad que vendría tiempo cuando el cristianismo no toleraría la sana doctrina, y a medida que la historia avanza hacia su consumación, esta situación se hace peor. Esto se debe fundamentalmente a que las demandas de la Palabra son contrarias a los deseos y formas de pensar de las personas. ¡Y este tiempo ha llegado hasta nosotros! Muchos de los que asisten a las iglesias en el día de hoy no quieren doctrina, sino que buscan predicadores que les digan lo que quieren escuchar, que los entretengan con espectáculos religiosos vacíos de contenido doctrinal. Con demasiada frecuencia la Biblia es olvidada y los predicadores se convierten en actores que en algunos casos consiguen fama y llegan a ser considerados como celebridades religiosas. Timoteo, y también todos nosotros, debemos asumir nuestra responsabilidad frente a este hecho y ser más celosos en defender, preservar y predicar la Palabra con toda integridad para contrarrestar los ataques de Satanás.

"Teniendo comezón de oír". La expresión señala al incesante e insatisfecho deseo que los domina por escuchar algo nuevo, diferente y sensacional que se ajuste a sus propios gustos. Algo parecido les ocurría también a los griegos de Atenas que "en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo" (Hch 17:21). Pero tan pronto como habían escuchado la última novedad y habían jugueteado un poco con ella, la desechaban como anticuada y buscaban otra nueva. Algo así ocurre también en nuestro tiempo; muchas iglesias parecen tener una necesidad constante de cambiarlo todo porque esto es un signo de modernidad. Pero todo aquello que se aparta de la Palabra pronto dejará insatisfecho al hombre.

"Se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias". Lo triste es que no están interesados en escuchar algo nuevo de la Palabra, sino que lo que buscan son maestros que se adapten a sus propios caprichos y gustos pecaminosos, que les hagan sentirse bien, que justifiquen o pasen por alto sus pecados. Algo parecido a lo que el profeta Isaías denunció en su tiempo: "... hijos mentirosos, hijos que no quisieron oír la ley de Jehová; que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras; dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel" (Is.30:9__11). Y muchos predicadores en nuestro tiempo "se amontonan" para ganar popularidad, cediendo a la tentación de apartarse de la Palabra para halagar a sus oyentes con enseñanzas placenteras y cómodas. Como alguien ha dicho, "si el pueblo desea un becerro para adorar, se puede encontrar rápidamente a alguien en el ministerio que lo fabrique". Son personas que abandonan su compromiso sagrado con Dios y su Palabra para predicar lo que demandan sus oyentes. Saben que los maestros se escogen no debido a su fidelidad al Evangelio, sino por su habilidad para halagar los oídos de la gente. En lugar de "redargüir, reprender y exhortar" conforme a la Palabra, usan la predicación para complacer a sus oyentes. Saben que el hombre caído siempre prefiere una doctrina que le permita seguir viviendo cómodamente en sus pecados y errores sin que nadie le incomode. Y lo más triste de esto es que el apóstol veía que todo esto iba a ocurrir en el interior de las iglesias. Y en nuestros días comprobamos que tenía toda la razón. Hoy muchas personas se agolpan ante predicadores que les ofrecen todas las bendiciones de Dios sin necesidad de arrepentirse, les prometen la salvación eterna sin aceptar a Cristo como el Señor de sus vidas. Alimentan los egos de sus oyentes y no condenan ninguno de sus pecados. Sólo buscan que sus oyentes se sientan bien, que al fin y al cabo, es la razón por la que van a las iglesias. En sus corazones no hay un auténtico deseo de santidad, o de obedecer a la Palabra de Dios, por eso rechazan lo que necesitan, y reciben tan solo lo que quieren.

"Apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas". Cuando una persona no quiere escuchar la verdad de la Palabra, se abre a toda influencia satánica y es extraviada fácilmente por el error   (2Tes. 2:8-12). Es absurdo, pero cambian la verdad de Dios, por mitos y fábulas que son producto de la imaginación humana. Y es imposible edificar una vida sana sobre estas arenas movedizas (Mt.7:26-27), pero esto es a lo que se llega cuando no se quiere agradar a Dios y se rechaza la sana doctrina.


6. ¿Con qué actitud debía cumplir este encargo?

"Pero tú sé sobrio en todo". La palabra empleada expresa la idea de ser libre de la influencia de agentes embriagantes. Y en este contexto sugiere que Timoteo debía mantenerse despierto y vigilante para evitar caer bajo los efectos intoxicantes de las nuevas ideas de aquellos que tenían deseos mórbidos por lo sensacional y que se apartaban de la verdad. En contraste, debería llevar a cabo una enseñanza equilibrada de toda la Palabra de Dios. Exhortaciones similares las podemos encontrar en otras partes:                    (1Ts 5:6-8; 1Pdr. 1:13; 1Pdr. 4:7; 1Pdr. 5:8).

"Soporta las aflicciones". Vuelve a repetir la misma idea ya expresada en (2Tim 1:8; 2Tim. 2:9). Se da por hecho que Timoteo tendría que sufrir dificultades por su ministerio, y de hecho llegó a estar encarcelado (Heb. 13:23). Esto es así siempre que se predica fielmente la sana doctrina en lugar de halagar los oídos de los oyentes. No existe tal cosa como un ministerio fiel que no sea costoso. Pero vale la pena predicar fielmente la Palabra, aunque esto despierte la enemistad del mundo y pueda tener un alto costo. Pablo estaba convencido de ello, aunque él mismo había sufrido mucho por ser un predicador fiel (2 Co 11:23-27).

"Haz obra de evangelista". Timoteo había acompañado a Pablo en su predicación del evangelio así como en su ministerio de enseñanza, por lo tanto sabía exactamente a lo que el apóstol se estaba refiriendo con esta exhortación. Nosotros también lo podemos descubrir leyendo la información que tenemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, donde han quedado recogidos sus viajes misioneros y la forma en la que él predicaba el evangelio en las nuevas ciudades a las que llegaba con la intención de formar iglesias locales. A esto es a lo que se refiere el don de evangelista que encontramos también en (Ef. 4:11). Por lo tanto, Timoteo no debía centrarse exclusivamente en enseñar la Palabra a los creyentes, sino que tendría que alcanzar a los incrédulos con la finalidad de extender el reino de Dios por medio de la formación de nuevas iglesias en áreas donde todavía no existieran. Y nada debía distraerlo en esta tarea fundamental. "Cumple tu ministerio". 

Por: Carlos Benavides 

HONRA A TUS PADRES

 HONRA A TUS PADRES 

En la lista de cosas dignas de muerte que se encuentra en (Romanos 1:30).            (Proverbios 30:17)  dice: «Al ojo que escarnece a su padre y menosprecia la obediencia a su madre, lo arrancarán los cuervos del valle, y lo devorarán los hijos del águila». Es evidente que la voluntad de Dios para el hombre es que honre a sus padres, y que quien no lo haga sufrirá consecuencias nefastas.

(Levítico 19:3)  nos enseña a reverenciar a nuestros padres: “Cada uno de ustedes reverenciará a su madre y a su padre…”. Debo tenerles gran respeto y estima. Esto me llevará a hacer o dejar de hacer muchas cosas. Primero, tendré que cuidar mi lengua. La Escritura nos advierte sobre maldecir a nuestra madre y a nuestro padre: “Y el que maldiga a su padre o a su madre, ciertamente morirá” (Éxodo 21:17). Ese era un castigo bastante severo en el Antiguo Testamento. Incluso si no uso un lenguaje grosero, puedo ser culpable de esto si hablo de forma despectiva o dura, crítica y sin respeto. Debo recordar honrarlos con palabras.

 En segundo lugar, necesito reverenciarlos con hechos. (Levítico 19:32)  dice: «Delante de las canas te levantarás y honrarás la presencia del anciano...». Salomón, después de convertirse en rey, se levantó para recibir a su madre cuando ella se presentó ante él y se inclinó ante ella. Véase (1Reyes 2:19) . «Entonces Betsabé fue al rey Salomón para hablarle en nombre de Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, se inclinó ante ella y se sentó en su trono; luego hizo poner un trono para la madre del rey, y ella se sentó a su derecha». No digo que los niños deban hacer literalmente lo mismo hoy, sino que la reverencia debe ser en acción y no solo en palabras.

 Y tercero, debemos mostrar nuestro honor brindándoles apoyo en su vejez.        (1Timoteo 5:4)  enseña que debemos mostrar nuestra piedad (reverencia) en casa, pagándoles según lo requiera la necesidad. "Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan primero a practicar la piedad para con su propia familia y a recompensar a sus padres, porque esto es agradable a Dios". Se dice que un cristiano es peor que un incrédulo si no los apoya económicamente: "Pero si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo" (1Timoteo 5:8) 8). Jesús añade en (Marcos 7:9__13)  que tal ayuda no puede quedar sin proveer debido a que la donan al templo. No honro a mis padres si me niego a cuidar de su bienestar físico en su vejez. Este es el plan de seguridad social de Dios.

 Por: Carlos Benavides

LA NECESIDAD DE UNA REPUTACIÓN HONESTA

 LA NECESIDAD DE UNA REPUTACIÓN HONESTA 


¿Qué hace a un buen cristiano? Si fueras de puerta en puerta  haciendo esa simple pregunta, la gente te daría una breve lista de cualidades que esperan de un buen cristiano. Imagino que la honestidad estaría en algún lugar de la lista de todos. La honestidad es parte esencial de la reputación de todo cristiano. En (Santiago 5:12) leemos: «Pero sobre todo, hermanos míos, no juren ni por el cielo ni por la tierra ni por ningún otro juramento. Que su «sí» sea «sí», y su «no», «no», para que no caigan en condenación». Si analizamos el contexto de la carta de Santiago, él presenta varias características del cristianismo genuino y dirige su enseñanza específicamente a los hombres que desean ser maestros. Sin embargo, la enseñanza inspirada de Santiago se aplica a todo cristiano. Aunque el versículo 12 parece ser una enseñanza simple sobre los juramentos, se está recalcando la importancia de tener una reputación honesta. Los cristianos genuinos no tienen que anteponer cada declaración con una promesa de que lo que decimos es veraz. La única razón por la que alguien hace eso es si tiene fama de deshonesto y quiere que alguien la ignore y crea lo que vamos a decir. Como cristianos, no deberíamos dudar de la veracidad de nuestra palabra. La palabra de un cristiano debe ser siempre veraz y no dar lugar a dudas. Por eso, un cristiano genuino no necesita hacer ningún tipo de juramento.  

Santiago explica así la necesidad de una reputación honesta porque, en aquellos días, los judíos juraban la verdad de cada declaración que hacían. Pero encontraron una escapatoria en esta práctica, como solían hacer. Juraban por el cielo o por la tierra. Si su juramento se hacía usando el nombre de Dios, lo consideraban vinculante, pero un juramento hecho por otra persona podía romperse justificadamente, según ellos. Esta práctica ridícula les dio a los judíos una reputación de deshonestidad. De hecho, los gentiles desconfiaban de ellos precisamente por esa razón. En (Romanos 2) , el apóstol Pablo reprende a los judíos por considerarse guías de los gentiles ciegos y desdichados. Creían estar justificados por su conocimiento de la ley, ¡pero no cumplían la ley que enseñaban! Eran hipócritas, y el nombre de Dios era blasfemado entre los gentiles debido a su conducta. Enseñaban la verdad y luego hacían juramentos que no tenían intención de cumplir. Creían que podían mentir siempre y cuando la declaración no estuviera relacionada con el nombre de Dios. Pero Santiago tiene noticias para estos cristianos que habían llevado esta práctica de su vida anterior a la iglesia. ¡Cada palabra que dices como cristiano es vinculante! Por lo tanto, no es necesario ningún juramento para el cristiano. Debemos tener la reputación de decir siempre la verdad y cumplir nuestra palabra.  

“Que vuestro “sí” sea “sí”, y vuestro “no”, “no”, para que no caigáis en condenación.”


Por: Carlos Benavides 

miércoles, 22 de enero de 2025

EL CREER EN JESÚS PARA SER SALVO

 EL CREER EN JESÚS PARA SER SALVO 


¡NO EQUIVALE A «CREER SOLAMENTE! 

El hombre llega a ser hijo de Dios «por la fe en Cristo Jesús» cuando obedece al Señor en el bautismo (Gálatas 3:26-27). Es verdad que el pecador es justificado «por la fe».          (Gálatas 2 24) , pero por una fe obediente y activa y no por la «fe solamente» (un simple estado mental).

Lo que realmente vale: «la fe que obra por el amor» (Gálatas 5:6).

El hombre es «libertado del pecado» (Romanos 6:18) cuando obedece de corazón a «aquella forma de doctrina», o sea, la enseñanza con respecto al bautismo y su papel en la salvación del hombre        (Romanos 6:17, v.37).

La predicación del verdadero evangelio de Cristo «se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe» (Romanos 16:26; 1:5). (Hechos 6:7) nos dice: «…también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe«. Dios quiere que «toda las gentes» obedezcan TODAS las condiciones que Él ha establecido para que el hombre se salve y no «creer solamente».

En (Hechos 2:44) , «los que habían creído» eran los mismos que habían sido bautizados (v. 41).

En (Hechos 8:12) , «…cuando creyeron a Felipe … se bautizaban hombres y mujeres»

En (Hechos 16:33-34) , el carcelero de Filipos «…se bautizó … y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios»

En (Hechos 18:8) , «…Crispo … creyó » lo cual incluyó el haber sido «bautizado» por el apóstol Pablo (1Corintios 1:14)

Los demonios «creen solamente» pero no están salvos (Santiago 2:19). ¿Por qué no? ¡Porque su «fe» no les conduce a obedecer a Dios! Los demonios «creen» pero no tienen vida eterna. Es más, aun creen que Jesús es el Hijo de Dios (Mateo 8:29; le conocen, Marcos 1:34; 5:7) ¡pero rehusan obedecerle! Esto significa que «el creer» en Dios es mucho más que la aceptación mental de algún hecho.

«La fe sin obras está muerta« (Santiago 2:20,26).

Jesús «es autor de eterna salvación para todos los que le obedecen» (Hebreos 5:9). Para llegar a ser cristiano (o sea, para recibir la salvación que es en Cristo) es necesario obedecer y no «creer solamente».

El hombre purifica su alma «por la obediencia» a la verdad (1Pedro 1:22).

¿Quiénes son los que «creen en Jesús» de verdad?  

«El que cree» en Jesús para vida eterna    (Juan 6:47) es el mismo que hace lo que Jesús manda, lo cual incluye el arrepentimiento (Hechos 17:30); la confesión (Romanos 10:9,10; Hechos 8:36,37) y; el bautismo «para perdón de los pecados» (Marcos 16:16; Hechos 2:38) como condiciones previas a la salvación.

«Aquel que en él cree» (Juan 3:16) es el mismo que se arrepiente, confiesa su fe en Jesús y se bautiza «para perdón de los pecados» (Hechos 2:38). Algunos afirman que «si una persona no se bautiza pero cree en Jesús, no se pierde…»; sin embargo, ¡el apóstol Pedro dice que el bautismo es necesario «para perdón de los pecados»! Está claro que el que no se bautiza para este fin todavía está perdido porque aún no se han lavado sus pecados (Hechos 22:16). Si uno rehusa bautizarse «para perdón de los pecados», tal persona no cree en Jesús porque la fe que salva incluye el bautismo.

«Los que tienen fe en Jesús» (Romanos 3:26) , Nueva Versión Internacional) son los mismos que han sido «sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo» (Romanos 6:35). Dios «justifica» (Romanos 3:26) a los tales cuando su cuerpo de pecado es destruido en el bautismo (Romanos 6:6-7) y no sin este acto de obediencia. ¡La fe verdadera no equivale a «creer solamente»!

«Toda aquel que cree» (Romanos 1:16) es el mismo que demuestra su «obediencia a la fe» (Romanos 1:5; 16:26) al obedecer TODAS las condiciones que Dios ha establecido para la salvación, las cuales incluyen el bautismo. La obediencia y la fe son dos cosas inseparables. Por ejemplo, vemos que el apóstol Pablo alaba a los romanos diciéndoles: «…vuestra fe se divulga por todo el mundo» (Romanos 1:8). Pero en (Romanos 16:19) les dice que «…vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos…»

«Con el corazón se cree para justicia…» (Romanos 10:10) cuando tal persona obedece «de corazón a aquella forma de doctrina» (el bautismo, (Romanos 6:17, 37) y libertado del pecado, viene a ser «siervo de la justicia» (Romanos 6:18).

Los que son «guardados por el poder de Dios mediante la fe» (1Pedro 1:5) son los mismos que habían sido «elegidos … para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo»      (v. 2). Uno recibe los beneficios de la sangre de Jesús en el bautismo y no sin este acto de obediencia (Hechos 2:41,47; 20:28).

Por: Carlos Benavides 

martes, 21 de enero de 2025

¿CUAL ES LA SÚPLICA DISTINTIVA DE LA IGLESIA DE CRISTO?

 ¿CUAL ES LA SÚPLICA DISTINTIVA DE LA IGLESIA DE CRISTO?


       Es principalmente un llamado a la unidad religiosa basada en la Biblia. En un mundo religioso dividido, se cree que la Biblia es el único denominador común posible sobre el cual la mayoría, si no todos, los pueblos temerosos de Dios del país pueden unirse. Este es un llamado a volver a la Biblia. Es un llamado a hablar donde la Biblia habla y a guardar silencio donde la Biblia calla en todos los asuntos relacionados con la religión. Además, enfatiza que en toda actividad religiosa debe haber un "Así dice el Señor" en todo lo que se hace. El objetivo es la unidad religiosa de todos los creyentes en Cristo. La base es el Nuevo Testamento. El método es la restauración del cristianismo neotestamentario.

 

El contexto histórico del Movimiento de Restauración

       Uno de los primeros defensores del retorno al cristianismo del Nuevo Testamento, como medio para lograr la unidad de todos los creyentes en Cristo, fue James O'Kelly, de la Iglesia Metodista Episcopal. En 1793, se retiró de la conferencia de Baltimore de su iglesia e instó a otros a unirse a él y adoptar la Biblia como único credo. Su influencia se sintió ampliamente en Virginia y Carolina del Norte, donde la historia registra que unos siete mil feligreses siguieron su liderazgo hacia el retorno al cristianismo primitivo del Nuevo Testamento. En 1802, un movimiento similar entre los bautistas de Nueva Inglaterra fue liderado por Abner Jones y Elias Smith. Preocupados por los "nombres y credos denominacionales" y decidieron adoptar únicamente el nombre de cristianos, tomando la Biblia como única guía. En 1804, en el estado fronterizo occidental de Kentucky, Barton W. Stone y varios otros predicadores presbiterianos tomaron medidas similares, declarando que tomarían la Biblia como la "única guía segura al cielo". Thomas Campbell y su ilustre hijo, Alexander Campbell, tomaron medidas similares en el año 1809 en lo que hoy es el estado de Virginia Occidental.

       Sostuvieron que nada debería ser vinculante para los cristianos como cuestión de doctrina que no sea tan antigua como el Nuevo Testamento. Aunque estos cuatro movimientos fueron completamente independientes en sus inicios, con el tiempo se convirtieron en un sólido movimiento de restauración debido a su propósito y súplica comunes. Estos hombres no abogaban por el inicio de una nueva iglesia, sino por un retorno a la iglesia de Cristo según se describe en la Biblia. Los miembros de la iglesia de Cristo no se conciben a sí mismos como una nueva iglesia fundada a principios del siglo XIX. Más bien, todo el movimiento está diseñado para reproducir en la época contemporánea la iglesia establecida originalmente en Pentecostés del año 30 d. C. La fuerza de su atractivo reside en la restauración de la iglesia original de Cristo.


¿Cuántas iglesias de Cristo hay?

       La estimación fiable más reciente enumera más de 1500 iglesias de Cristo. Hay más de 700 hombres que predican públicamente. La feligresía es mayor en los estados del medio oeste y del sur de Estados Unidos, en particular Misuri y Texas, aunque existen congregaciones en la mayoría de los cincuenta estados y en más de ochenta países. 

¿Cómo están conectadas organizacionalmente las iglesias?

       Siguiendo el plan de organización del Nuevo Testamento, las iglesias de Cristo son autónomas. Su fe común en la Biblia y la adhesión a sus enseñanzas son los principales lazos que las unen. No existe una sede central de la iglesia ni una organización superior a los ancianos de cada congregación local. Las congregaciones cooperan voluntariamente para apoyar la predicación del evangelio en nuevos campos y en otras obras similares. No hay convenciones, reuniones anuales ni publicaciones oficiales. El vínculo que las une es la lealtad común a los principios de la restauración del cristianismo del Nuevo Testamento.


¿Cómo se gobiernan las iglesias de Cristo?

        En cada congregación, que ha existido lo suficiente como para estar plenamente organizada, hay una pluralidad de ancianos que sirven como cuerpo gobernante. Estos hombres son seleccionados por las congregaciones locales con base en los requisitos establecidos en las Escrituras        (1Timoteo 3:1__8). Bajo la tutela de los ancianos se encuentran diáconos, maestros y evangelistas o ministros. Estos últimos no tienen la misma autoridad ni superior a la de los ancianos. Los ancianos son pastores o supervisores que sirven bajo la autoridad de Cristo, según el Nuevo Testamento, que es una especie de constitución. No hay autoridad terrenal superior a la de los ancianos de la iglesia local.


¿Qué cree la iglesia de Cristo acerca de la Biblia? 

       Los manuscritos originales de los sesenta y seis libros que componen la Biblia se consideran divinamente inspirados, lo que significa que son infalibles y tienen autoridad. Se hace referencia a las Escrituras para resolver cualquier cuestión religiosa. Un pronunciamiento de las Escrituras se considera la última palabra. El libro de texto fundamental de la iglesia y la base de toda predicación es la Biblia.

¿Creen los miembros de las iglesias de Cristo en el nacimiento virginal?

       Sí. La declaración de (Isaías 7:14) se interpreta como una profecía del nacimiento virginal de Cristo. Pasajes del Nuevo Testamento como (Mateo 1:20, 25) se aceptan sin reservas como declaraciones del nacimiento virginal. Cristo es aceptado como el Hijo unigénito de Dios, que une en su persona la perfecta divinidad y la perfecta humanidad.


¿Cree la iglesia de Cristo en la predestinación?

       Solo en el sentido de que Dios predestina a los justos a la salvación eterna y a los injustos a la perdición eterna. La declaración del apóstol Pedro: «En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia» (Hechos 10:34-35) se toma como evidencia de que Dios no predestina a las personas a la salvación eterna ni a la perdición, sino que cada persona determina su propio destino.

¿Por qué la iglesia de Cristo bautiza sólo por inmersión?

       La palabra bautizar proviene del griego “baptizo” y literalmente significa “meter, sumergir, zambullir”. Además del significado literal de la palabra, la inmersión se practica porque era la práctica de la iglesia en tiempos apostólicos. Además, solo la inmersión se ajusta a la descripción de los bautismos que da el apóstol Pablo en (Romanos 6:3__5) , donde se refiere a ella como sepultura y resurrección.


¿Se practica el bautismo infantil?

       No. Solo quienes han alcanzado la edad de responsabilidad son aceptados para el bautismo. Se señala que los ejemplos que se dan en el Nuevo Testamento siempre corresponden a quienes han escuchado la predicación del evangelio y lo han creído. La fe siempre debe preceder al bautismo, por lo que solo quienes tienen la edad suficiente para comprender y creer el evangelio son considerados aptos para el bautismo.


¿Los ministros de la iglesia escuchan la confesión?

       No. Los ministros o evangelistas de la iglesia no tienen prerrogativas especiales. No ostentan el título de Reverendo ni de Padre, sino que se les llama simplemente Hermano, como a todos los demás hombres de la iglesia. Junto con los ancianos y otros, aconsejan a quienes buscan ayuda.

 

¿Las oraciones se dirigen a los santos?

       No. Se considera que Dios Padre es el único a quien se pueden dirigir las oraciones. Se entiende, además, que Cristo ocupa una posición de mediador entre Dios y el hombre (Hebreos 7:25). Por lo tanto, todas las oraciones se ofrecen por medio de Cristo, o en el nombre de Cristo (Juan 16:23-26).

 

¿Con qué frecuencia se come la cena del Señor?

       Se espera que todos los miembros de la iglesia se reúnan para adorar cada Domingo. Una parte central del culto es la Cena del Señor (Hechos 20:7). A menos que la providencia lo impida, cada miembro considera esta cita semanal como obligatoria. Seguimos el modelo establecido por Cristo en los cuatro relatos del Nuevo Testamento.

 

¿Qué tipo de música se utiliza en el culto?

       Como resultado de la petición distintiva de la iglesia —un retorno a la fe y la práctica del Nuevo Testamento—, el canto a capela es la única música utilizada en el culto. Este canto, sin acompañamiento de instrumentos musicales mecánicos, se ajusta a la música utilizada en la iglesia apostólica y durante varios siglos después (Efesios 5:19). Se considera que no existe autoridad para realizar actos de adoración que no se encuentren en el Nuevo Testamento. Este principio elimina el uso de música instrumental, así como el de velas, incienso y otros elementos similares.

 

¿La iglesia de Cristo cree en el cielo y el infierno?

       Sí. La declaración de Cristo en (Mateo 25) y en otros pasajes se acepta sin reservas. Se cree que después de la muerte, cada persona debe comparecer ante Dios para juicio y que será juzgada según las obras que realizó en vida (Hebreos 9:27). Tras el juicio, pasará la eternidad en el cielo o en el infierno.

 

¿La iglesia de Cristo cree en el purgatorio?

      No. La ausencia de cualquier referencia en las Escrituras al lugar temporal de castigo del cual el alma eventualmente será liberada al cielo impide la aceptación de la doctrina del purgatorio.

 

 ¿Con qué medios consigue la Iglesia apoyo financiero?

       Cada primer día de la semana, los miembros de la iglesia “ahorran según han prosperado” (1Corintios 16:2). La cantidad de cada donación individual generalmente solo la conoce quien la dio y el Señor. Esta ofrenda voluntaria es el único llamado que hace la iglesia. No se realizan contribuciones ni gravámenes. No se realizan actividades lucrativas, como bazares o cenas. 

 

¿Tiene la iglesia de Cristo un credo?

       No. Al menos, no existe un credo en el sentido habitual de la palabra. La creencia de la iglesia se expresa plena y completamente en la Biblia. No existe ningún otro manual o disciplina a la que los miembros de la iglesia de Cristo se adhieran. La Biblia se considera la única guía infalible para llegar al cielo.

 

¿Cómo se llega a ser miembro de la iglesia de Cristo?

       En la salvación del alma humana hay dos partes necesarias: la de Dios y la del hombre. La de Dios es la más importante: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe»             (Efesios 2:8-9). El amor que Dios sintió por el hombre lo impulsó a enviar a Cristo al mundo para redimirlo. La vida y las enseñanzas de Jesús, el sacrificio en la cruz y la proclamación del evangelio constituyen la parte de Dios en la salvación. Si bien la parte de Dios es la más importante, la del hombre también es necesaria para alcanzar el cielo. El hombre debe cumplir con las condiciones del perdón que el Señor ha anunciado. La parte del hombre puede describirse claramente en los siguientes pasos: Escuchar el Evangelio. «¿Cómo invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?» (Romanos 10:14).

 

Creer. «Y sin fe es imposible agradarle; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» (Hebreos 11:6).

Arrepiéntete de tus pecados pasados. «Por tanto, Dios pasó por alto los tiempos de ignorancia; pero ahora manda a los hombres que se arrepientan en todo lugar» (Hechos 17:30).

Confiesa a Jesús como Señor. «Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?» Felipe dijo: «Si crees de todo corazón, puedes». Y él respondió: «Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios» (Hechos 8:36-37).

Bautícense para la remisión de los pecados. «Y Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hechos 2:38).

Vivan una vida cristiana. «Sois linaje elegido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1Pedro 2:9).

      Ahora que conoces una iglesia del siglo XXI, construida según los planos de la iglesia original de Cristo, ¿por qué no te haces miembro? Al unirte, serás llamado a no hacer nada que no puedas leer en el Nuevo Testamento. Entonces vivirás y adorarás como lo hicieron los cristianos guiados por los apóstoles del primer siglo. Este regreso al cristianismo del Nuevo Testamento no solo es una base maravillosa sobre la cual todos los creyentes en Cristo pueden unirse, sino que es una base absolutamente sólida. Si hacemos exactamente lo que nuestro Señor mandó, sabemos que nuestra salvación es segura. ¡Acompáñanos en nuestro regreso a la Biblia, a Cristo y a su iglesia!


Por: Carlos Benavides 

LA URGENCIA DE PREDICAR LA VERDAD

LA URGENCIA DE PREDICAR LA VERDAD

Dios les bendiga grandemente 

Mis amados hermanos este pasaje es la exhortación de Pablo a Timoteo para que se mantenga firme en su misión de predicar el evangelio, independientemente de las circunstancias (Prediquemos el Evangelio en todo tiempo

Pablo le advierte que vendrán tiempos en los que la gente no querrá escuchar la sana doctrina, sino que buscarán maestros que les digan lo que desean oír (Cuidado con los falsos maestros y falsas doctrinas)

En medio de este desafío, Timoteo debe perseverar, ser sobrio, soportar dificultades y cumplir fielmente su ministerio como evangelista (Prediquemos el Evangelio soportando con valor y fe)

Tres aprendizajes espirituales:

1) La predicación es un mandato constante: Pablo exhorta a Timoteo a predicar la Palabra en todo momento, mostrando que el evangelio no debe ser proclamado solo cuando es conveniente, sino en toda circunstancia.

2) La enseñanza requiere corrección y exhortación: La predicación no solo consiste en motivar, sino también en corregir errores, reprender el pecado y exhortar a una vida santa, siempre con base en la sana doctrina.

3) La paciencia es clave en la enseñanza: Al corregir y exhortar, se debe actuar con paciencia, entendiendo que el crecimiento espiritual es un proceso y que cada persona responde al evangelio a su debido tiempo.

Este versículo nos desafía a predicar con valentía, corregir con amor y ser pacientes en la enseñanza de la verdad.

(2Timoteo 4:1)  Cuando Jesucristo regrese como rey, juzgará a los vivos y a los muertos. Así que ante Dios y Jesucristo te ordeno

(2Timoteo 4:2)  que anuncies el mensaje y que estés siempre listo para enseñar. Muéstrales lo malo que han hecho, corrígelos cuando se equivoquen y anímalos; enseña siempre con paciencia.

(2Timoteo 4:3) Porque llegarán tiempos en que la gente no querrá escuchar la verdadera enseñanza que conduce a una vida recta y sólo buscarán rodearse de maestros que los complazcan diciendo lo que quieren escuchar.

(2Timoteo 4:4)  La gente dejará de escuchar la verdad y comenzará a dejarse guiar por historias falsas.

(2Timoteo 4:5)  Pero no pierdas la calma, soporta los sufrimientos y dedícate a contar las buenas noticias y a cumplir los deberes de un siervo de Dios.

 Por:  Carlos Benavides 

¿QUE ES UN DIÁCONO Y SU PAPEL EN LA IGL

 ¿QUÉ ES UN DIÁCONO Y SU PAPEL EN LA IGLESIA?

¿Qué es un diácono?

Cuando pienso en la palabra “diácono” recuerdo a un hombre austero que me agarró de la oreja y me sacó de mi clase de escuela dominical. Odio admitirlo, pero ¡esto sucedió en varias ocasiones!

En mi juventud, los diáconos representaban la autoridad en la iglesia. En la mayoría de las iglesias donde crecí ellos eran los líderes espirituales de la iglesia. En muchas iglesias hoy en día ellos son el órgano de gobierno, incluso el pastor puede ser empleado y puede trabajar para los diáconos.

Muchas personas en las iglesias parecen tener el título de diácono porque conlleva honor y respeto en la comunidad. Otras iglesias no tienen diáconos. En otras iglesias, particularmente en las litúrgicas, los diáconos son identificados como una orden subordinada de sacerdotes. Sirven en una orden clerical manteniendo instalaciones o administrando asuntos de la iglesia.


Lección

I. UN ESTUDIO DE LOS DIÁCONOS

Sin embargo, si queremos entender el significado bíblico de diácono, necesitamos eliminar cualquier definición preconcebida.

Pablo se refiere al oficio de diácono cuatro veces en! (1Timoteo vv. 8, 10, 12, 13).

En ese pasaje estudiaremos la responsabilidad de los diáconos en la iglesia. Entienda que de ninguna manera la Escritura presenta a los diáconos como inferiores a los ancianos, supervisores o pastores.

De hecho, descubrirás que los requisitos para ser diácono no son diferentes a los de ser anciano. Los requisitos para ambos examinan el carácter del hombre, su vida familiar, su liderazgo y su compromiso de servir en la iglesia del Señor.


En (1Timoteo 3:8__13) Pablo dice: “Asimismo los diáconos deben ser dignos, sencillos de palabra, no dados a mucho vino, no amantes de ganancias deshonestas, sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia. Éstos también sean examinados primero, y si son irreprensibles, entonces ejerzan el diácono. Así también las mujeres deben ser dignas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una sola mujer y gobiernen bien sus hijos y sus propias casas. Porque los que ejercen bien el diácono alcanzan para sí un estado honroso y una gran confianza en la fe que es en Cristo Jesús. Como podéis ver, no hay menor premio en madurez espiritual y pureza moral para un diácono en comparación con un anciano.


A. Una visión general de los diáconos

Las palabras griegas “diakonos” (“siervo”), “diakonia” (“servicio”) y “diakoneo” (“servir”) se utilizan al menos cien veces en el Nuevo Testamento. El significado original de aquellas palabras a las que se hace referencia en el pasaje. (1Timoteo 3) “diakonos” se transcribe en lugar de traducirse. Sólo en dos pasajes del Nuevo Testamento los traductores de la versión King James optaron por transcribir estos términos en lugar de traducirlos (cuatro veces en (1Timoteo 3:8-13 y una vez en Filipenses 1:1).


1. Su significado original


Originalmente “Diakonia” se refería a servir las mesas. “Diáconos” era probablemente la palabra para camarero. Con el tiempo, el término “diaconía” se amplió para significar cualquier tipo de servicio.


2. Su significado específico


El significado de “diáconos” es fundamentalmente inespecífico para sus usos en 1 Timoteo 3 y Filipenses 1:1. Sólo en esos dos casos los editores lo transcribieron, como para reservarlo en un sentido específico para referirse a un grupo selecto de personas asignadas para servir a la Iglesia.


3. Su significado general


Cualquier otro uso de “diakonos, diakonia y diakono” es general, no necesariamente en referencia a ningún oficio específico en la iglesia. Los escritores del Nuevo Testamento las usaron como nosotros usamos las palabras siervo, servir y servicio. Vamos a una gasolinera a cargar gasolina. Cuando jugamos al tenis, servimos la pelota. Servimos a nuestro patrón. Servimos a nuestra nación.


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En la mayoría de los casos “diaconía” se traduce como “ministerio” o “servicio”. En algunos casos se traduce como “administración” debido al contexto. En Hechos 11:29 se traduce como “alivio” porque el servicio al que se refería era dar recursos a personas que sufrían de hambruna.


B. Un ejemplo de diácono


El significado original y más limitado de “diaconía” tiene que ver con servir la comida.


1. Juan 2:5, 9 - Cuando Jesús estaba en las bodas de Caná, “su madre dijo a los que servían… [gr., “diáconos” – los camareros]: Haced lo que él os diga” (v. 5). Luego, el versículo 9 dice: “Y cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, y sin saber de dónde era (aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua), llamó al novio”. En este pasaje, el término “diáconos” se usaba para referirse a un grupo de camareros en una boda.


2. Lucas 4:39 La suegra de Pedro enfermó gravemente. Después que Jesús la sanó, el texto dice: “y ella se levantó inmediatamente y les servía [Gr. Diácono]." El contexto implica que ella ministraba sirviendo una comida.


Otros tres textos en los evangelios utilizan “diáconos” en referencia a servir una comida (Lucas 10:40; 17:8; Juan 12:2).


C. El significado de Diakonos


1. Nivel uno – servicios generales


“Diáconos” se amplió desde su significado limitado para aplicarse a todo tipo de servicio en general.


a) Romanos 13:4- Aquí se utiliza “diáconos” para describir a un funcionario o servidor público. Estos oficiales castigan a los malhechores y recompensan a los que hacen el bien.


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b) Juan 12:26-Jesús dijo: “Si alguno me sirve, sígame”. Seguir a Jesús constituye “diaconía”, es decir, servicio o ministerio.


Los evangelistas y escritores de las epístolas adaptaron el término en un sentido amplio para todo tipo de servicio espiritual. Basándose en lo que dijo Jesús, ellos identificaron seguir a Cristo con servirle. El servicio espiritual es el énfasis principal de la vida cristiana. Todo lo que hacemos en obediencia a la Palabra de Dios es servicio. En ese sentido, todos estamos en el ministerio. En ningún sentido los diáconos sirven y todos miran. Hay un nivel de liderazgo compuesto por ancianos y pastores, un nivel de servicio compuesto por diáconos y un nivel de espectadores compuesto por todos los demás creyentes. No hay audiencia en la iglesia, todos estamos en el ministerio. Todos hemos sido llamados a someternos al Señor Jesucristo. Él dijo: “Donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará. (Juan 12:26). Todos somos sus siervos.


c) 1 Corintios 12:4-5 – Dentro de esta amplia gama de servicio, “hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios [Gr. “diaconía”], pero el Señor es el mismo.”


Todos los cristianos están en alguna forma de servicio espiritual. Todos ellos son diáconos en ese sentido general porque todos debemos servir de diversas maneras.


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d) 2 Corintios 9:1- “en cuanto al ministerio a los santos…” Aquí Pablo comienza una discusión sobre nuestro papel común de servir a los santos. Todos estamos comprometidos con el servicio. Servimos a Dios cada vez que obedecemos Su Palabra y Su Espíritu. Cada vez que hago lo correcto, le ofrezco un servicio. Y nos servimos unos a otros cuando conocemos las necesidades de cada uno.


e) Efesios 4:11-12 – “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; para otros, profetas; para otros, evangelistas; otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio [Gr. “diaconía”]. Mi trabajo como anciano y pastor es madurar a los santos para que puedan servir a los demás.


Todos somos llamados siervos de Cristo. Estamos bajo órdenes. Cristo es nuestro Señor y nuestro Maestro. Nos ha invitado a entrar en un servicio espiritual. Le servimos obedeciendo la Palabra de Dios, siguiendo la guía del Espíritu de Dios, sometiéndonos a la autoridad de la iglesia y satisfaciendo las necesidades de quienes nos rodean. Una cosa es decir: "Estoy orgulloso de poder servir a mi país" o "Estoy orgulloso de haber servido a esta gran causa". Pero eso no se acerca a poder decir "que he sido invitado a entrar al servicio del Rey de reyes y Señor de señores, Jesucristo mismo". Ése es nuestro alto y santo llamado: la vocación a la que hemos sido llamados (Efesios 4.1).


2. Nivel dos – servicio espiritual


En Romanos 12:4-7 Pablo dice: “Porque así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. Así que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úselo conforme a la medida de la fe; o si es de servicio [Gr., diakonia], en servir [Gr. "diácono"


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Aquí Pablo identifica dones especiales de servicio. Esto es paralelo a su uso de los dones de ayuda en 1 Corintios 12:28. Dios ha designado excepcionalmente a algunas personas para servirle. Aunque todos están al servicio de Cristo, algunos han sido especialmente dotados por el Espíritu de Dios para servirle.


En 1 Corintios 16:15 Pablo dice: “Hermanos, sabéis que la casa de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que se han dedicado al ministerio [Gr. “diaconía”] de los santos.” Toda la familia se caracterizó por el servicio a los demás. Todos debemos servir a los demás, pero algunos estamos especialmente dotados en esa área.


3. Nivel tres – servicio oficial


En mi opinión, el único argumento bíblico específico para el oficio de diácono se encuentra en 1 Timoteo 3. Constituye un tercer nivel de servicio espiritual además del servicio general de cada creyente y el servicio espiritual de creyentes específicos. Los diáconos sirven en una capacidad oficial como servidores de la iglesia. Podemos fácilmente llamarlos sirvientes.


a) La similitud con los ancianos


Aunque son servidores, los diáconos no deben hacer todo el trabajo: deben ser modelos de virtud espiritual para todos los demás. En ese sentido están con los ancianos (pastores). Los ancianos y los diáconos no están en planos espirituales diferentes. Los ancianos (pastores) han recibido autoridad porque ejercen el poder de la Palabra de Dios en su enseñanza. Pero los diáconos deben ser iguales a los ancianos en todos los demás aspectos.


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De hecho, no hay diferencia en sus cualidades espirituales.


b) La diferencia con los ancianos (pastores)


Aunque los diáconos deben ser tan piadosos como los ancianos, se diferencian de ellos en términos de su capacidad para enseñar. La autoridad de los pastores y ancianos se basa en su proclamación y exposición de la Palabra de Dios. Sin embargo, junto a los ancianos vienen aquellos que aplican lo enseñado y cuyas vidas no son menos piadosas que las de ellos. Los diáconos deben elevar a la congregación a un nivel más alto de virtud espiritual, no distinguirse como personas anormalmente piadosas a quienes la congregación nunca podría esperar imitar.


En Filipenses 1:1 Pablo dirige su carta a “los ancianos y diáconos [gr., diáconos]” en Filipos. Esto podría ser una referencia a los diáconos oficiales, o podría ser simplemente una referencia a los líderes y seguidores en un sentido general. Sin embargo, las referencias en 1 Timoteo 3 son definitivamente específicas acerca del oficio de diácono.


D. Las supuestas referencias al diácono


Algunos han sostenido la opinión de que hay otras referencias específicas a los diáconos en otras partes de las Escrituras. Examinaremos esas supuestas referencias.


1. Respecto a ciertos hombres


a) Pablo


Algunos creen que Pablo era diácono. Ésta es una cuestión importante para quienes apoyan la autoridad del diácono en la iglesia. Pero Pablo era un apóstol, no un diácono. Él mismo dijo: «Soy apóstol de los gentiles; honro mi ministerio» (Rom. 11:13). La palabra griega traducida “ministerio” es diakonia. Pablo dijo que se enorgullecía de servir a Cristo. Era diácono en sentido general y no específico. Todos nosotros, sea cual sea nuestro ministerio, debemos rendir servicio a Dios. Pero el oficio de Pablo era el de apóstol. Pablo habló muchas veces de su servicio, pero siempre tuvo confianza en decir que era un apóstol (por ejemplo, 2 Cor. 10-12).


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b) Timoteo


En 1 Timoteo 4:6 Pablo le dice a Timoteo: “Si enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen ministro [Gr. Diáconos] de Jesucristo, alimentados con las palabras de la fe y de la buena doctrina que habéis seguido.” Basándose en este versículo, algunos han dicho que Timoteo era un diácono, y un buen diácono en ese sentido. Pero se sabe que Timoteo no era un diácono en el sentido tradicional. En 2 Timoteo 4:5 Pablo le dice: “Haz obra de evangelista, cumple tu ministerio [griego: diakonia]”. La “Diakonia” de Timoteo era su oficio de evangelista proclamador y un papel de predicación bien definido del oficio de diácono.


c) Tíquico


En Efesios 6:21 Pablo llama a Tíquico “ministro fiel” [gr., “diáconos”]. Tres veces en Efesios Pablo usó diakonos, pero nunca de manera técnica. Él siempre usó esto con referencia a un servicio general. Por lo tanto no podemos asumir que Tíquico era un diácono.


d) Epafras


En Colosenses 1:7 Pablo llama a Epafras: “ministro fiel” [gr., “diáconos”]. Pablo también se refirió a sí mismo como “diáconos” en Colosenses 1:23, 25. Dado que estamos seguros de que Pablo no se llamaba a sí mismo diácono, es poco probable que hubiera llamado así a Epafras tampoco.


2. Con respecto a Hechos 6


Mucha gente cree que los primeros diáconos de la iglesia son los siete hombres a los que se hace referencia en Hechos 6. Sean lo que hayan sido esos hombres, nunca se les llama diáconos. Como dice John MacArthur:


No eran diáconos según los términos posteriores del funcionamiento de la iglesia (1 Tim. 3:8–13), aunque ejercían algunas de sus responsabilidades. Esteban y Felipe (los únicos entre el grupo de siete hombres mencionados en otras partes de las Escrituras) eran sin duda evangelistas, no diáconos. Los Hechos posteriores mencionan a los ancianos (14:23; 20:17) pero no a los diáconos. Parece pues que en aquella época no se estableció un orden permanente de diáconos.


a) La historia


Hechos 6:1 dice: “En aquellos días [el tiempo de la Pascua]… el número de los discípulos aumentaba”. En Jerusalén hay unos veinte mil creyentes, un buen porcentaje de ellos peregrinos que llegan a la ciudad para las fiestas. Cuando creyeron en Cristo, muchos se quedaron y se convirtieron en parte de la iglesia.


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Había dos clases de judíos en el mundo: los judíos palestinos (los que vivían en Palestina) y los judíos helenísticos (los que habían nacido y crecido fuera de Palestina, en el mundo griego). Los judíos helenísticos viajaban a Jerusalén para la Pascua.


(1) El problema


Con un número tan grande de judíos helenísticos uniéndose a los judíos palestinos como cristianos dentro de una iglesia en rápido crecimiento, surgió un problema. Hechos 6:1, “Hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria.” Es posible que hubiera varios cientos de viudas en la iglesia que necesitaban ayuda, muchas de ellas judías helenísticas.


Cuidando a los pobres y necesitados


Las viudas cristianas pasaron a estar al cuidado de la Iglesia, una función de la Iglesia heredada de una práctica judía común. El pueblo judío tenía –y todavía tiene– un fuerte compromiso con el cuidado de los pobres y necesitados. Ese compromiso se basó en la instrucción de Dios en el Antiguo Testamento. Con el paso de los años desarrollaron una forma sofisticada de satisfacer las necesidades. William Barclay nos cuenta que todos los viernes por la mañana en la sinagoga dos recolectores iban al mercado y a las casas a recoger dinero y bienes para dar a los pobres y necesitados. Luego esos recursos se distribuyeron entre los necesitados de la comunidad.


Los que estaban en necesidad temporal recibieron sólo la cantidad adecuada para superar sus dificultades; Los que necesitaban un apoyo normal recibían lo suficiente para catorce comidas, dos comidas al día durante siete días. A esa distribución la llamaron “Kuppah” o Canasta. Además de una recogida diaria de comida casera para aquellos que estaban en una situación de emergencia y necesitaban comida para ese día. Esta distribución se llamó Tamhui, o Bandeja (Los Hechos de los Apóstoles, ed. Filadelfia: Westminster, 1976 revisado, pág. 51).


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El pueblo judío no daba importancia a que una persona diera a otra en necesidad; Enfatizaron que se deben dar recursos a la sinagoga para que los sabios en posiciones de liderazgo puedan distribuirlos adecuadamente.


La iglesia adquirió la práctica de la sinagoga. Pero se produjo una discusión en la iglesia cuando los judíos helenísticos se quejaron de que sus viudas no recibían su parte justa de la comida que se distribuía.


(2) La solución


¿Cómo resolverían el problema los líderes de la iglesia?


(a) El dilema de los doce


Hechos 6:2 dice: “Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas”. Ésa es una clara línea de demarcación: algunas personas en la iglesia necesitan enseñar la Palabra de Dios y otras necesitan ocuparse de los asuntos de la iglesia. Esa línea de demarcación permanece intacta en las epístolas pastorales.


La prioridad de los apóstoles no fue dejar la Palabra de Dios para distribuir alimentos. Estaban tratando de discipular a miles de nuevos conversos. Esa fue una tarea enorme y no pudieron dedicar tiempo a determinar cómo lograr equidad en la distribución de alimentos.


(b) La decisión de los doce


Hechos 6:3 dice: “Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres de gran respeto, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo”.


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Téngase en cuenta que fueron designados para una tarea específica. No hay ninguna referencia a un trabajo en ese versículo. Luego el versículo 4 dice: “Y continuaremos en la oración y en el ministerio [griego: diakonia] de la palabra”.


Los únicos usos de “diaconía” son en referencia a los apóstoles (v. 4) y para la “diaconía” diaria de servir a las viudas (v. 1). No hay ningún lugar donde los siete hombres sean llamados diáconos. Los apóstoles realizaban su servicio (proclamar la Palabra) y el pueblo realizaba el suyo (distribuir alimentos a las viudas). Pero esos dos versículos no se refieren específicamente a los diáconos.


Según Hechos 6:2, la iglesia postapostólica en Roma permitió que sólo siete diáconos distribuyeran artículos a los pobres. Pero no creo que el Espíritu Santo intentara establecer un orden en Hechos 6:2.


(C) La delegación de los doce


Hechos 6:5-6 dice: “La propuesta agradó a toda la multitud; y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía; a quienes presentaron ante los apóstoles, quienes, después de orar, les impusieron las manos.”


b) La respuesta


Hay tres razones por las que no creo que esos siete hombres fueran verdaderos diáconos.


(1) El uso general de la diaconía


Lucas (el autor de los Hechos) utilizó “diaconía” en un sentido general para significar servicio. La única vez que se utiliza con referencia a ciertos individuos es en el versículo 4, donde se vincula con los apóstoles.


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El Nuevo Testamento nunca se refiere a los siete hombres como diáconos. De hecho, el libro de los Hechos nunca se refiere a los diáconos, lo cual es algo que esperaríamos si esos siete hombres fueran los primeros de una nueva orden. Sería de esperar que fueran evidentes en Hechos 11 cuando ocurrió una hambruna en Judea. Hechos 11:29-30 indica que la iglesia en Antioquía en su conjunto, no una orden especial de diáconos, fue enviada para ayudar a los ancianos en Judea.


(2) La naturaleza específica de la tarea


Esos siete hombres fueron elegidos para una tarea específica. Eran lo suficientemente honestos como para que se les confiara dinero, y estaban llenos del Espíritu y de sabiduría para poder discernir las necesidades de las personas. Fueron elegidos en una crisis para una sola ocasión, no instalados en un puesto a tiempo completo. Si hubieran sido elegidos como diáconos, podríamos esperar que aparecieran más tarde en el libro de los Hechos.


Curiosamente los siete tenían nombres griegos. Si se trataba de un grupo de diáconos en desarrollo en la iglesia de Jerusalén, parece extraño que todos fueran judíos griegos. Pero si fueron designados para una tarea específica de ayudar a las viudas helenísticas, tiene sentido que la gente eligiera a los griegos para hacer eso.


Sin embargo, Hechos 6 nos proporciona una mirada preliminar a la función de los diáconos. Aquí los apóstoles fueron asignados a la Palabra y a la oración mientras que los siete se encargarían de una tarea determinada. Ese tipo de organización es básica para la iglesia. Según 1 Timoteo 3, los ancianos deben centrarse en enseñar la Palabra y supervisar la iglesia, mientras que los diáconos deben centrarse en implementar y aplicar la Palabra.


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(3) El papel del anciano implícito (pastor) de los hombres


Hechos 6 nos da un precedente histórico para el papel de los diáconos, pero los siete hombres no eran diáconos reales. En muchos sentidos eran más bien como ancianos (pastores). Hechos 6:7 dice: “Y la palabra del Señor crecía”. ¿Por qué aumentó? Porque los apóstoles tenían la libertad de invertir tiempo en la Palabra y en la oración. Los versículos 7-8 continúan: “Y el número de los discípulos se multiplicó grandemente en Jerusalén; Muchos de los sacerdotes también obedecieron a la fe. Y Esteban [uno de los siete], lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. ¿Podría ser que los otros hicieran lo mismo? Es posible que esos siete hombres fueran evangelistas especialmente dotados que salieron a la ciudad realizando señales, prodigios y actos poderosos mientras predicaban.


Se sabe que Felipe, otro de los siete, era un predicador poderoso y milagroso (Hechos 8:5-8). Si los otros cinco eran como Esteban y Felipe, eran más bien apóstoles que diáconos.


II. EL TRASFONDO DE 1 TIMOTEO 3


Pablo escribió 1 Timoteo alrededor del año 64 d. ​​C. La iglesia ya existía desde hacía unos treinta años. (Cristo fue crucificado poco después del año 30 d. C.) Timoteo estaba sirviendo como pastor en la iglesia de Éfeso, una iglesia que había crecido y se había desarrollado inicialmente bajo Pablo durante tres años (Hechos 20:31), y luego bajo líderes entrenados por Pablo.


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Para Pablo era evidente que la iglesia en Éfeso necesitaba no sólo maestros de la Palabra que sirvieran como supervisores y ancianos, sino también administradores y obreros para implementar lo que los ancianos les enseñaban. Un número cada vez mayor de personas se habían alzado en los lugares de servicio oficial. Luego Pablo le dio instrucciones a Timoteo sobre el tipo de hombres que debía elegir para realizar ese trabajo.


Hay un nivel de servicio en el que todos estamos involucrados, un nivel de servicio para aquellos específicamente dotados para servir y un nivel de servicio de individuos capacitados que representan e implementan la autoridad de los ancianos (pastores) de la iglesia. No sabemos exactamente cuándo se establecieron los roles de ancianos y diáconos en la iglesia, pero sí sabemos que para el tiempo en que Pablo escribió 1 Timoteo esos oficios eran reconocidos y ocupados por modelos de virtud espiritual. Ancianos y diáconos comparados y contrastados,


1 Timoteo 3:8-13 no menciona nada sobre los deberes específicos de los diáconos. Pero trata de características personales, como lo hace la sección sobre los ancianos en los versículos 1-7.


1. Los ancianos


Si tuviera que definir mi tarea como pastor o anciano, la resumiría simplemente diciendo esto: Ganar, enseñar, entrenar y enviar. No tenemos que trabajar duro para determinar lo que se supone que debemos hacer. Debemos enseñar la Palabra de Dios. ¿Por qué? Ganar personas para Cristo. ¿Por qué? Para que puedan crecer en la fe. ¿Por qué? Para que puedan ser capacitados para ganar personas para Cristo. Luego los enviamos a hacer lo mismo.


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2. Los diáconos


Los diáconos ayudan a los ancianos (pastores) a implementar su tarea. La distinción entre ambos es que la Escritura dice que los ancianos deben enseñar. Esto no significa que los diáconos no puedan enseñar o no deban enseñar. Ciertamente deben ser fuertes en la sana doctrina. También deben estar llenos de fe, llenos del Espíritu, llenos de sabiduría y tener una buena reputación como los hombres de Hechos 6. Deben ser personas íntegras. Afirmar que los diáconos no son los principales maestros de la iglesia no significa que sean teológicamente ignorantes. 1 Timoteo 3:9 dice que guardan “el misterio de la fe con limpia conciencia”. Esto significa que no sólo conocen la verdad sino que también viven la verdad.


Conclusión


Todos en la iglesia deberían servir de alguna manera. Algunos sirven con dones únicos y un cierto número sirve en una capacidad oficial. Y pueden ser varones o mujeres (1 Tim. 3:11). Son modelos de servicio a Cristo y a su iglesia. Los requisitos para los ancianos y los diáconos son los mismos, pero los diáconos funcionan bajo el liderazgo de los ancianos (pastores). Sin embargo, los diáconos, ya sean hombres o mujeres, deben ser considerados líderes en la iglesia. Deben predicar con el ejemplo. Toda iglesia necesita un liderazgo pastoral y de servicio. No podríamos lograr nada si no fuera por los hombres y mujeres que lideran la administración, implementación y aplicación de la Palabra de Dios.


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Centrándose en los hechos


1. ¿De qué manera son paralelas las cualidades de los ancianos y los diáconos (véase pág. 1)?


2. Define “diakonia” y las palabras relacionadas “diáconos” y “diakoneo”. En la mayoría de los casos, ¿cómo utilizaron estas palabras los escritores del Nuevo Testamento (véase pág. 2)?


3. ¿Cuál era el significado original, más limitado, de “diaconía” (véase pág. 2)?


4. ¿En qué sentido todos los cristianos están en el ministerio (véase pág. 3)?


5. ¿Qué indica Romanos 12:7 acerca del servicio prestado por algunas personas (véase pág. 4)?


6. ¿En qué sentido se diferencian los ancianos de los diáconos (véase pág. 5)?


7. ¿Por qué no pudo Pablo haber sido diácono (véanse págs. 5-6)?


8. ¿Por qué Timoteo no pudo haber sido diácono (ver pág. 6)?


9. ¿Qué es lo que muchos asuenen que sucedió en Hechos 6 (vea p. 6)?


10. Según Hechos 6:1, ¿que problema surgió en la iglesia en Jerusalén (vea p. 7)?


11. ¿Qué práctica adaptó la iglesia de la sinagoga? Explique (vea p. 7).


12. ¿Cómo resolvieron el problema los líderes de la iglesia de Jerusalén (vea a pp. 7-8)?


13. ¿Por qué los siete hombres mencionados en Hechos 6:5 probablemente no fueron diáconos? Explique cada razón (vea pp. 8-10).


14. Por qué Pablo escribió a Timoteo acerca de las cualidades para los ancianos y diáconos (vea p. 10)?


15. Compare y contraste a los ancianos de los diáconos (vea pp. 10-11).


Reflexionando los Principios


1. Lea Juan 12:26. ¿Qué clase de personas honran a Dios? ¿Significa esto que El honra a los ancianos y a los diáconos solamente, o a todos los creyentes? ¿Qué quiere decir seguir a Cristo? Basado en sus respuestas, ¿demuestra su vida que es un seguidor de Cristo? Un creyente verdadero simplemente no puede venir a la iglesia, escuchar el sermón, disfrutar la comunión con las personas, y luego irse. Él o ella debe estar activamente involucrado en servir a Cristo.


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¿Qué puede hacer usted hoy para comenzar a cumplir con su papel como un seguidor de Cristo? Para ayudarle a entrar en su tarea, aprenda de memoria Juan 12:26: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”


2. Según Hechos 6:3 las personas que se buscaron eran hombres “de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría”. Hechos 6:5 menciona que Esteban era también lleno de “fe”. Esas características identifican a siete hombres de integridad. ¿Puede ser usted caracterizado como una persona de integridad? En una escala del 1-10, ¿cómo se calificaría en cada uno de esas cuatro características? ¿En cual es usted más débil? Hágale a su meta en esta semana para mejorar su andar cristiano en esa área. Por ejemplo, si usted es más débil en su fe, busque “fe” en una concordancia y haga un estudio de palabra sobre ese tema. O usted podría hacer una lista de todas las veces que Dios ha sido fiel en bendecir su vida, y eso a su vez aumentará su fe en Él.


Autor: Jonh MacArthur

domingo, 19 de enero de 2025

DECIR LA VERDAD

  DECIR LA VERDAD

Es importante que digamos la verdad, sin importar lo incómoda que pueda resultar.  Eso no significa que debamos ser mezquinos o beligerantes para hacerlo. Debemos decir la verdad en amor 

(Efesios 4:15). Sin embargo, las mentiras son muy atractivas para muchas personas hoy en día. Esto se debe a que las personas generalmente quieren justificar cómo actúan sin preocuparse de si lo que dicen y hacen es correcto o incorrecto. Una mentira es una manera fácil de justificarse a uno mismo. La Biblia nos dice dónde se origina este engaño: ¡en nuestro propio corazón! “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” 

(Jeremías 17:9). Afortunadamente, Dios nos ha dado la verdad para que podamos exponer las mentiras. “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11).

Lo que es más difícil que decirle la verdad a otra persona que no la quiere oír es decirse la verdad a uno mismo. Mi corazón ya me ha persuadido a creer en alguna justificación falsa y, para poder cambiar, ¡tengo que decirme a mí mismo que estoy equivocado! Eso no es fácil de hacer, pero de eso se trata el arrepentimiento: reconocer las falsedades en nuestras vidas, rechazarlas y alejarnos de ellas en la otra dirección. Esto lleva tiempo. Dios esperó nueve meses para enviar a Natán a David con respecto a su pecado con Betsabé. ¿Por qué Dios no envió a Natán inmediatamente? La única razón que se me ocurre es que el corazón de David no estaba listo para cambiar, pero Dios sabía que David lo haría una vez que superara sus propios errores. Todos necesitamos superarnos a nosotros mismos y dejar que la poderosa palabra de Dios transforme nuestras vidas. Para hacer eso, debemos seguir diciéndoles la verdad a los  demás y a nosotros mismos, sin importar lo incómodo que pueda ser.

Por: Carlos Benavides