BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN
Muchos judíos en la época de Jesús consideraban a los fariseos buenos ejemplos de rectitud. Les impresionaba su conocimiento de la Ley de Moisés y su estricta observancia. Sin embargo, Jesús podía ver a través de su exterior y encontraba impuros corazones en ellos. Sus obras de caridad, oraciones elocuentes y ayunos rituales eran en vano. Sí, todas estas son cosas que agradan a Dios si se hacen con la motivación correcta, pero eso era lo que les faltaba a los fariseos. Anhelaban el reconocimiento y la alabanza de los hombres, y esa fue la recompensa que obtuvieron. Desafortunadamente para ellos, Dios no se complace si uno no se centra exclusivamente en agradarlo.
Esta es una enseñanza importante de Jesús sobre nuestra motivación para servir a Dios. Para agradar a Dios con nuestras vidas, debemos servirle con un corazón puro. Puro en el sentido de que le obedecemos porque lo merece y sin segundas intenciones. Esta pureza de corazón no es un don milagroso; es una cualidad que cada cristiano debe desarrollar mediante la oración y el estudio. La sangre de Jesús quita el pecado y da a los fieles la promesa de vida eterna, ¡y eso hace que la batalla que libramos contra el pecado sea ganable! Por lo tanto, debemos mantener una mentalidad de agradar al Señor antes que a los hombres.
Pablo habla de esta mentalidad en su carta a la iglesia de Colosas. Escribe: « Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque servís a Cristo el Señor» (Colosenses 3:23-24).
También aprendemos de las Escrituras que un corazón puro puede volverse impuro de nuevo. Esto sucede cuando cometemos el error de creer que lo tenemos todo bajo control y luego nos relajamos. Eso abre la puerta a que el diablo nos engañe con sus artimañas. Tenemos que ser más inteligentes que eso, y podemos serlo si vivimos en la palabra y nunca olvidamos lo que Dios nos ha prometido.
En la misma declaración a los cristianos colosenses, Pablo les advierte: «Pero el que obra mal recibirá lo que ha hecho, y no hay acepción de personas» (Colosenses 3:25). En otras palabras, quien obra con motivos impuros recibirá su recompensa. Por lo tanto, si queremos recibir las bendiciones de Dios por medio de Jesucristo, debemos cultivar y mantener una fe firme y un corazón puro que busque el amor y la gracia de Dios, en lugar de la alabanza y la aprobación del hombre. Si hacemos esto, ¡Jesús dice que veremos a Dios!
Por: Carlos Benavides
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