EL AMOR DE DIOS POR JACOB Y EL DESDÉN POR ESAÚ

 HIJOS DE ISAAC: JACOB Y ESAÚ

(Génesis 25:-22) JACOB Y ESAÚ

Isaac y Rebeca, padres de los gemelos Esaú y Jacob, recibieron una revelación divina en cuanto a su descendencia. En (Génesis 25:22-23), Dios le dijo a Rebeca:

"Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;

El uno pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor."

Este versículo establece que desde el vientre de su madre, había una división predestinada entre los dos hermanos, cuyas generaciones se enfrentarían a lo largo de la historia. Jacob, el más joven, formaría el pueblo de Israel, mientras que Esaú daría origen a los edomitas. Esta enemistad sería una constante en la historia, incluso cuando los israelitas, al salir de Egipto, fueron atacados por los edomitas.

(Ezequiel 35:15) profetiza sobre la destrucción de Edom, como consecuencia de la animosidad hacia el pueblo de Israel:

"Como te alegraste sobre la heredad de la casa de Israel, porque fue asolada, así te haré a ti; asolado será el monte de Seir, y todo Edom, todo él; y sabrán que yo soy el Señor."

El Amor de Dios por Jacob y el Desdén por Esaú

En (Malaquías 1:2-3), Dios expresa su preferencia por Jacob y su rechazo hacia Esaú:

"Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí..."

Este rechazo no es solo un castigo, sino una reflexión sobre las decisiones y actitudes de ambos hermanos. Dios no escoge a nadie por casualidad, y su elección tiene un propósito eterno.

Las Diferencias Entre Jacob y Esaú

1. El Descuido de Esaú y la Sagacidad de Jacob

En (Génesis 25:29__34), vemos cómo Esaú, agotado del campo, vende su primogenitura a cambio de un simple plato de lentejas. Este acto refleja su falta de valor por lo espiritual y lo eterno, entregando la bendición y el privilegio de la primogenitura por algo momentáneo.

"Por un plato de lentejas entregó bajo juramento su primogenitura."

Esaú muestra un gran descuido por lo que se le había dado, mientras que Jacob, aunque astuto, ve el valor en lo que Esaú despreció. Este es un recordatorio para no ser como Esaú, despreciando las oportunidades que Dios nos da.

2. Esaú Lleva la Contraria, Mientras que Jacob Obedece

En (Génesis 28:8__10), Esaú, al enterarse de que a su padre Isaac no le agradaban las mujeres cananeas, se casa con una de ellas, desafiando aún más la voluntad de Dios. Esta actitud de rebeldía contrasta con la de Jacob, quien aunque imperfecto, sigue buscando la voluntad de Dios.

"Vio asimismo Esaú que las hijas de Canaán parecían mal a Isaac su padre, y se fue Esaú a Ismael, y tomó para sí por mujer a Mahalat."

Esaú no entendía las promesas de Dios ni el plan divino, mientras que Jacob, a pesar de sus errores, busca cumplir ese propósito.

3. Esaú Era Astuto, Pero Para Hacer Lo Malo

En (Génesis 28:8__10), Esaú toma decisiones impulsivas y rebeldes, como casarse con mujeres que desagradan a su padre. Este acto muestra que aunque Esaú tenía astucia, la usaba para fines equivocados, en lugar de seguir el propósito de Dios.

Las decisiones de Esaú lo llevaron a vivir una vida de angustia, reflejada en el significado de los nombres de las mujeres que escogió:

Mahalat: Enfermedad, angustia, caída, debilidad.

Lecciones de la Historia de Jacob y Esaú

La Importancia de Valorar lo Espiritual. La historia de Esaú y Jacob nos invita a reflexionar sobre cómo valoramos lo que Dios nos da. Esaú, al vender su primogenitura, subestima la bendición de Dios, mientras que Jacob, aunque imperfecto, entiende la importancia de lo espiritual y busca cumplir con el propósito de Dios.

Conclusión:

Hoy, como en el pasado, podemos estar enfrentando decisiones cruciales. No cometamos el error de vivir como Esaú, despreciando las bendiciones espirituales por lo que es temporal y efímero. Dios nos está dando oportunidades, y debemos valorarlas y buscar obedecerle.

Debemos pedir al Señor que nos forme y nos guíe en su camino, superando nuestras debilidades y buscando su voluntad para nuestra vida.

 Por: Carlos Benavides