“¿POR QUÉ PROSPERA EL CAMINO DE LOS MALVADOS ?
[...] ¿Por qué ha quedado la tierra arruinada y desolada como un desierto [...]?” “¿Hay sufrimiento como mi sufrimiento [...]?” (Jeremías 12:1, 9:12; Lamentaciones 1:12.)
En términos más generales, si Dios es totalmente bueno y todopoderoso, ¿por qué existe el mal? Esta pregunta plantea un desafío central al teísmo cristiano. El libro de John C. Peckham, Theodicy of Love: Cosmic Conflict and the Problem of Evil (2018), responde a esta pregunta de manera reflexiva y a partir de las Escrituras. A continuación, se presentan algunos puntos clave.
Dios permite el mal porque quiere que sus criaturas lo amen genuinamente y sin coaccionarlos. Por eso, Dios les dio a sus criaturas humanas la libertad necesaria para decidir su relación con Él (y mucho más). El respeto de Dios por su libre albedrío limita su capacidad de protegerlos de las decisiones que toman, incluso las malas decisiones de algunas personas que dañan a otros inocentes, por ejemplo, iniciar una guerra. Pero esta explicación cubre solo algunos tipos de sufrimiento.
Peckham atribuye otras aflicciones, incluidas algunas enfermedades y desastres naturales, a un “conflicto cósmico” entre Dios y “las fuerzas espirituales del mal en los reinos celestiales” (Efesios 6:12). Estas fuerzas no son “de carne y sangre”. Id. Nuestra sociedad post-Ilustración es escéptica sobre esta explicación, pero la Escritura –tal como se entendió a través de muchos siglos– apoya la idea al menos como una causa indirecta. Por ejemplo, (Romanos 8:18_22) (la creación está sujeta a la frustración y “gime como con dolores de parto”). En el conflicto cósmico en curso, estas fuerzas oscuras tientan a los humanos a alejarse de la relación amorosa voluntaria que Dios busca.
Peckham explica además que en este conflicto cósmico, Dios busca mostrar su bondad. Al desear el amor voluntario de sus criaturas, no puede persuadirlas de su bondad por puro poder. En cambio, debe demostrarla. Peckham postula que durante el período de persuasión, que es similar a una prueba, las “reglas de compromiso” (establecidas entre Dios y las fuerzas oscuras) restringen las acciones de ambos lados. Véase (Job 1:8_12, 2:3_6) (el alcance limitado de Satanás para hacer sufrir a Job); (Mateo 26:36_42) (en Getsemaní, Jesús ora para que la “copa” de su sufrimiento pase “si es posible”). El sacrificio de Jesús demuestra decisivamente el amor de Dios y testifica que Dios ha hecho todo lo que puede –dentro de las limitaciones necesarias para preservar la libertad de elección de las criaturas– para mitigar el mal. Sin embargo, debido a que el conflicto cósmico continúa, los términos acordados del compromiso restringen temporalmente (y moralmente) a Dios para eliminar el mal. Pero al final, Dios acabará por erradicarlo, sin comprometer su bondad y su amor. Mientras tanto, el compromiso de Dios con el amor proporciona una razón moralmente suficiente para que Dios permita el mal.
Por: Carlos Benavides
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