IGLESIA DE CRISTO

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ESTUDIOS BÍBLICOS

domingo, 15 de diciembre de 2024

CUANDO ESTAS DESANIMADO

 CUANDO ESTÁS DESANIMADO  

¿Alguna vez te sientes desanimado o decepcionado? ¡Bienvenido al club! Consúltalo sabiendo que no estás solo. Hay muchísimas personas que pueden simpatizar contigo, ya que estos sentimientos han impactado a la gente del planeta durante millas de años.

Conocemos la historia de Job en el Antiguo Testamento de la Biblia. Era un hombre bendecido con riquezas, buena salud, una familia de diez hijos y una buena reputación. De repente, todas sus bendiciones le fueron arrebatadas. No sabía por qué, pues no había hecho nada malo. Su propia esposa se rebeló contra él. Sus amigos vinieron a consolarlo y lo acusaron de algunos pecados atroces que habrían causado estas catástrofes. 

Después de recibir palabra tras palabra de sus sirvientes acerca de las cosas malas que habían sucedido, finalmente recibió la noticia de que sus diez hijos habían muerto en una tormenta.

Mientras él aún hablaba, llegó otro y dijo: «Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano mayor, y he aquí, un fuerte viento vino del otro lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los jóvenes, y murieron; solo yo escapé para contártelo». Entonces Job se levantó, rasgó su manto, se rapó la cabeza, se postró en tierra y adoró. Dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volverá allá. El Señor dio, y el Señor quitó. Sea bendito el nombre del Señor». A pesar de todo esto, Job no pecó ni culpó a Dios. ( Job 1:18-22) 

Con el tiempo, Job perdió la salud, e incluso su esposa se volvió contra él, diciéndole que maldijera a Dios, se muriera y acabaría con todo de una vez. ¿Se desanimó Job? Obviamente, pero no dejó que el desánimo lo venciera. Tenía algo que lo sostenía: su fe. Considere lo que se registra en (Job 19:25-27)  «Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo. Aun después de deshecha mi piel, desde mi carne he de ver a Dios; a quien yo mismo contemplaré, ya quien verán mis ojos, y no otro. ¡Mi corazón desfallece en mí!». 

Job sabía que algo le esperaba en el futuro, y eso lo sostuvo en todas sus pruebas. Si crees que tus cargas son demasiado pesadas para soportarlas, compáralas con las que tuvo que soportar el apóstol Pablo.

¿Hijos siervos de Cristo? —Hablo como si estuviera loco—, yo más; en muchos más trabajos, en muchas más cárceles, azotado innumerables veces, a menudo en peligro de muerte. Cinco veces recibí de los judíos treinta y nueve azotes. Tres veces fui azotado con varas, una vez apedreado, tres veces naufragé, una noche y un día pasé en alta mar. He estado en frecuentes viajes, en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de mis compatriotas, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; he estado en trabajos y penalidades, en muchas noches de desvelo, con hambre y sed, a menudo sin comer, con frío y desnudez. Además de estas cosas externas, está la presión diaria sobre mí de la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién es débil sin que yo lo sea? ¿Quién es inducido a pecar sin mi intensa preocupación? Si tengo que gloriarme, me gloriaré de lo que... Se refiere a mi debilidad. El Dios y Padre del Señor Jesús, bendito por los siglos, sabe que no miento. En Damasco, el etnarca, bajo el mando del rey Aretas, custodiaba la ciudad de los damascenos para apresarme, y fui bajado en una cesta por una ventana del muro, y así escapé de sus manos. (2Corintios 11:23__33) Cuando parezca que no tienes esperanza y el peso del mundo se convertirá en tu carga, necesitas ser fuerte en la fe, confiar en Dios, dejarlo todo en sus manos, y él te ayudará a salir adelante. Dios le hizo una promesa a Josué cuando estaba a punto de guiar a Israel a la Tierra Prometida, y nos hace la misma promesa a nosotros: «Nadie podrá hacerte frente en todos los días de tu vida. Así como estuve con Moisés, estaré contigo; no te fallaré ni te abandonaré.» (Josué 1:5) Dios nos hace la misma promesa hoy.

 Por: Carlos Benavides 


 


Jefferson David Tant 


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