IGLESIA DE CRISTO

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ESTUDIOS BÍBLICOS

viernes, 10 de septiembre de 2021

RECONOCER LOS PECADOS

RECONOCER LOS PECADOS 


Romanos 4:8:Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado.


Muchos a los que le he hablado la Palabra de Dios, han reído, cuando les he hablado del pecado.  Consideran que  el pecado es condenado por Dios porque le daña a Él, es una ofensa a Dios sencillamente porque  es al Él a quien daña. Pero nada más lejos de la verdad; Dios no puede ser dañado y sólo existe una razón por la que Dios aborrece el pecado; Él nos ama. Es nuestro Creador y ama su Creación toda, por tanto, estableció que el pecado fuese castigado. Bendito sea por siempre y alabado. 

Génesis 4:7:Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.


Pero cuando el ser humano mira el pecado con ojos de hombre de buena voluntad, comprende que en realidad el pecado; cualquiera que sea su clase, es malo para alguien. Malo, no solo en un plano espiritual, sino también en el físico y en el psíquico. A unos le afectará de una manera, a otros de otra, y, a cada uno, a su tiempo, pero el mal del pecado siempre se hará presente. Todos los padres quieren que sus hijos hagan las cosas en orden, para que no tengan problemas, ni ahora, ni en el futuro. Nuestro Padre, Dios, es lo mismo. 


Pero los hijos desean la libertad con respecto al padre, para hacer lo que les venga en gana. Cuando esto ocurre, los problemas son innumerables. Los padres abandonan sus obligaciones para con sus hijos, y al final todo viene a ser un caos. Seguramente, el padre que tal hace, vive una vida como a él le gusta, pero su conciencia, si es que la tiene, no le dejará en paz. Para mí, y para muchos, el hecho de no tener conciencia, es la desgracia mayor del ser humano, pues pasaría a ser simplemente un animal. Algunos alegan que la conciencia, al menos el cargo de ella, es debido al temor a Dios que nos han infundido a lo largo de los tiempos, y esto, si bien es algo cierto, no lo es menos que nosotros mismos hemos aprendido, a temer a ciertas cosas sabedores que nos producen mal y aunque no hayamos estado en obediencia a Dios, nos hemos preocupado de enseñárselas a nuestros hijos para que no se vean perjudicados por el mal que ellas producen. 
Romanos 6:12: No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias;
Romanos 6:13: ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Romanos 6:14: Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.
Romanos 6:16: ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?
Romanos 6:17: Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados;
Romanos 6:18: y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
Romanos 6:20: Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
Romanos 6:22: Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Romanos 6:23: Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.


Los hombres “de Dios” han manipulado el concepto de pecado que el hombre había de tener. Naturalmente, me refiero a los que aparentemente eran hombres de Dios, pero que no lo eran. Castigaron a diestro y siniestro y ellos no estaban capacitados por Dios para castigar a nadie, sino para perdonar. De esa forma consiguieron que Dios fuese odiado por muchos. Tendríamos toda una vida para exponer los errores que hasta el día de hoy se han cometido. No lo vamos a hacer, porque, ni siquiera el Señor, nos permite que les condenemos a ellos: el juicio es de Él y el perdón, de Él también. Sí, he dicho el perdón, pues ellos también se aplicaron la facultad de perdonar pecados. Pero, por las Sagradas Escrituras, sabemos que debemos perdonar las ofensas que nos hacen, cuando alguien nos suplica ese perdón, y que no debemos guardar rencor nunca, aunque no nos pidan perdón, pero no tenemos que perdonar, a quien no nos lo pida, dicho perdón. Y esto, parecerá una sandez, pero muchos obligaron a que se les pidiese perdón a toda costa y a otros los obligaron a pedir perdón a Dios. Esto es un terrible pecado y no porque afecte a Dios, sino a la propia persona, pues, con el tiempo, llegan a considerar que esa forma obligada a pedir perdón, es suficiente para Dios, cuando no es más que un doble pecado para el que se somete y para el que lo somete al hecho. Dios no quiere nada ni necesita nada, que no se haga de corazón rendido, pero voluntariamente. En las llamadas “guerras de religiones” y en otras se han obligado a muchos, a aceptar a Cristo, por poner un ejemplo. Es un terrible  pecado del dictador de esta herética norma, quien quiera que fuese; y fueron y son muchos. Es un terrible pecado para el que tales normas aplican, y posible condenación para el que las acata, pues, puede morir creyendo que lo hecho, no es constitutivo de delito y que es suficiente para su salvación.  Otras veces el pecado consiste en matar a todos sin compasión alguna. Naturalmente, todos estos pecadores están fuera del Reino de Dios. Serán condenados más duramente, pues, su pecado será de traición. Podemos ver como el pecado es terrible para los hombres y si le importa a Dios que está por encima de lo más alto, no es por otro motivo, sino porque Él nos ama. 
      Cualquiera que ofende, comete pècado y ha de pedir perdón por ello. Pero... ¿A quién? Muchos creen que al ofendido. Y es cierto, pero este pecado no va a quedar perdonado en el cielo. Porque no hemos considerado que, cuando pecamos ofendiendo a alguien, Dios sale igualmente ofendido, porque el pecado es un hecho contra la Vida y es en el Reino de Dios donde existe el pecado. Fuera del reino de Dios se encuentra el reino de la muerte, donde todo en sí mismo, es un pecado. 



Juan 15:22: Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.

Juan 15:24: Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre.

Así podemos asegurar que la persona que dice estar en Cristo, pero que realmente no lo está, es la que más peligro corre de ser condenada. Pues, su propia creencia le puede llevar a no preocuparse por su salvación. Y puesto que todos vamos a ser juzgados, debieramos pensar que no debemos dejar de preocuparnos en agradar al Salvador, no sea que cayendo, el Salvador nos diga que no nos conoce.

Lucas 15:18:Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
La paz del Señor sea con todos vosotros. Amén

Por : Carlos Benavides 

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