IGLESIA DE CRISTO

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ESTUDIOS BÍBLICOS

viernes, 3 de septiembre de 2021

EL CAMINO PARA VENCER LA TENTACIÓN



SANTIAGO 4:7—10
Que lo lea alguien
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, lamentad y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro y vuestro gozo en tristeza. 10 Humillaos delante del Señor y él os exaltará.
TEMAS A ESTUDIAR SOBRE ESTE TEXTO: 
1.    Someterse a Dios y resistir al diablo (v. 7)
2.    Acercarse a Dios y arrepentirse (v.8)
3.    Ser disciplinados, afligirse y lamentarse profundamente (v. 9
4.    Humillarse (10)

ACERCARSE A DIOS Y ERREPENTIRSE
Este es el privilegio más grande de todo el mundo. Tener el privilegio glorioso de acercarse a Dios, la majestad soberana del universo. El Creador y Señor del universo. Esto es parte de la misericordia de Dios sin duda.

La puerta que lleva a la presencia de Dios no se cierra nunca, eso sí, es preciso para franquearla un verdadero arrepentimiento. Esta puerta, no solo está siempre abierta, sino que nos insta fuertemente a acercarnos a Dios. La tentación es un duro golpe que frena la posibilidad de acercarnos a Dios y necesitamos vencerla  para que podamos hacerlo.

¿Qué podemos hacer?  ¿Cuál es nuestra esperanza? Lo único que podemos hacer es acercarnos a Él.
·      
Leer la Palabra de Dios, la Biblia. En ella se encuentra todas las instrucciones para vencer las tentaciones. Es necesario revisar cada versículo uno y otra vez, porque en ellos está la información necesaria para no caer en la tentación. Solo por el hecho de no hacerlo, nos mete de lleno en la tentación.
·       La oraciones el otro recurso para evitar la tentación. Tengamos en cuenta, mis amados hermanos, que la oración ha de ser perfecta, centrándose en Dios y en su fuerza. Ha de ser una oración en la que pidamos al Señor, fuerza, poder, misericordia y gracia. Dios se acercará a nosotros como nos ha prometido.
  
1 Co. 10:13. No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla.

He. 2:18. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
Salmo 28:7. Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón. Con mi cántico lo alabaré.
Notad que el acercamiento a Dios es condicional. Hay una persona a la que Dios no le permite acercarse a Él. ¿Quién es esta persona?
La persona con manos inmundas y pecaminosas, y un corazón impuro y dudoso.
Esto no es simplemente un pecador, es más bien un pecador consciente de serlo. Es alguien que conoce el mal y lo practica. Esta persona debe limpiar sus manos. 

Algunas personas tenían las manos inmundas y Santiago no se detuvo con miramientos. Lo mismo debemos hacer todos nosotros. No vamos a decir a la gente  que puede acercarse a Dios de cualquier manera, porque Él es bueno y le comprenderá en todo caso. Eso es lo que están predicando muchos predicadores hoy día, pero esto es condenación.

Isaías 1:16. Lavaos y limpiaos, quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos, dejad de hacer lo malo.

Jeremías 4:14. Lava tu corazón de maldad, Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?

Hechos 22:16. Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate, bautízate y lava tus pecados invocando su nombre.”

2 Co. 7:1. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.

2 Ti. 2:21. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra.

La persona debe purificar su corazón y dejar de dudar entre Dios y la tentación. Una persona no puede tener su lealtad dividida entre Dios y el mundo. Una persona es de doble ánimo, cuando alterna su fidelidad entre Dios y el mundo. En algunas cosas obedece a Dios y en otras opta por obedecer al mundo.
No podemos culpar a nadie cuando no hacemos lo que Dios nos pide. Es nuestra la culpa.

1 Juan 3:3. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.

Vemos, pues, que se trata de algo que debemos hacer y que podemos hacer. Cuando hacemos las cosas como Dios manda adquirimos el “derecho” a acercarnos a Dios. El creyente que anda en una fraternidad y comunión abiertas con Dios, teniendo sus manos limpias y corazón puro.

Mateo 5:8. Bienaventurados los de limpio corazón, porque verán a Dios.

I Co. 19.21. No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.

1 P. 1:22.  Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido. Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.

Debemos obedecer la verdad. Debemos esclarecer la verdad. Debemos probar los espíritus para saber si estos son de Dios. Debemos agarrarnos al Espíritu Santo, para que Él nos guíe y debemos amar a Dios y al prójimo con amor no fingido y nuestro amor debe ser entrañable, es decir, con corazón puro. Todo esto, no resulta nada fácil, pero no es imposible.

Por : Carlos Benavides 

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