IGLESIA DE CRISTO

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ESTUDIOS BÍBLICOS

sábado, 19 de marzo de 2022

EL AYUNO (2)

EL AYUNO

 La Iglesia del Señor, tenía problemas como para llevar a sus miembros al ayuno. Siempre que ayunemos debe ser porque la situación o el momento lo requieran. Veamos…

 ¿Cuál es el motivo de nuestro ayuno?

     Partiendo de la base de que existen dos tipos de ayunos el ayuno físico y el ayuno espiritual. Este último es ignorado por muchos. El ayuno físico es la negación de comida a nuestro organismo. Es como para decirle a nuestro cuerpo que somos capaces, a pesar de nuestros problemas, de encausar nuestras vidas conforme a los deseo de Dios. No debe ser nunca en protesta o desacuerdo con aquello que nos afecta, porque entonces vendría a ser a los Ojos de Dios, algo así como una huelga de hambre. No, el tiempo que no empleamos en comer, lo emplearemos para estar en la presencia de Dios, esto es en oración.
Mateo 17.19—21. Se acercaron entonces los discípulos a Jesús y le preguntaron aparte: — ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 20 Jesús les dijo: —Por vuestra poca fe. De cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”, y se pasará; y nada os será imposible. 21 Pero este género no sale sino con oración y ayuno.
El ayuno acepto es aquel que a pesar de que nuestro motivo sea propiciador de ayuno, este, como todas las cosas de Dios se ha de hacer de corazón, con verdadera necesidad de hacerlo y no, como un simple ritual.

 Hay un ayuno que es beneficioso para la salud, y que los médicos, prescriben algunas veces. esto no es malo hacerlo aunque no lo desees, pero el no hacerlo puede constituir pecado contra tu salud. El Señor contempla pecado el atentar contra nuestra propia salud. Estaríamos atentando contra nuestra vida la cual hemos entregado a Él, además de ser suya. El alcohol, las drogas, el tabaco, la gula, el sedentarismo, la pereza y toda desatención propia, son pecados contra Dios.

El Señor dice del ayuno lo siguiente:
Mateo 6,16-18 1 »Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, 18 para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.
Supongamos que ayunamos por la muerte de un familiar; padre, madre, hijo, hermano. Tenemos tanta pena que no queremos comer; no podemos. La pena puede suplantar al apetito. Como muchos dicen, no vamos a pedirte que estés alegre, el Señor conoce nuestra tristeza y nos comprende; pero no debiéramos mostrarnos desesperados. No ayunemos como preguntando al Señor: ¿por qué? ¿Por qué a él? ¿Por qué a mí? No damos un buen testimonio de la fe que profesamos. No podemos estar estorbando o criticando el plan de Dios. Más bien debemos decir: ¡Bendito seas Señor! Y si, la persona que fallece, no aceptó al Señor, merecía ayunar ciertamente por él, pero antes de fallecer. ¡Qué pena, cuando un familiar o ser querido mueren sin haber aceptado a Cristo como Salvador! ¿Qué pena ver que tantas personas mueren engañadas por otros o por ellas mismas, ignorando o despreciando la Majestad de Dios y su Benignidad.  


¿Cuál es la motivación, agradable a Dios, del ayuno?

Lo primero que hemos de saber es que, el ayuno, no cambia la decisión de Dios para que te de algo que quieres. De ninguna manera vamos a sobornar a Dios.

Mirad cuando ayunaron algunos personajes de las Escrituras. Realmente lo hicieron individualmente y en forma colectiva. 

 En el momento de afrontar un peligro: 
Ester 4.16. «Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, ayunad por mí y no comáis ni bebáis durante tres días y tres noches. También yo y mis doncellas ayunaremos, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca.»

Daniel 6.18. 18 Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó en ayunas; no trajeron ante él instrumentos musicales, y se le fue el sueño.
Hechos 27.33-34 Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comieran, diciendo: —Éste es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. 34 Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud, pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.
Ante enfermedades:
2 Samuel 12.16,

Salmo 35.13


Al enterarse de noticias malas, Nehemías 1.4; 2 Samuel 1,12

Antes de emprender un viaje. Esdras 8.21-23.
  
Confesión de pecado en público, Nehemías 9.1-2, 1 Samuel 7.6.

En el duelo y después duelo. 1 Samuel 31.13; 2 Samuel 3.35.

Cuando amenaza un desastre, Jueces 20.26; 2 Crónicas 20.3. Joel 1.14; 2,12-15

Cuando un juicio divino está cerca, Jeremías 36.9, Jonás 3.5-10.

Como un arrepentimiento personal, 1 Reyes 21,27-29, Esdras 10,6

Cuando es necesario interceder, Daniel 9,3

Respondiendo a una revelación de Dios, Daniel 10.1-3, Hechos 9,9.

Al reconocer de un ministro o como parte del envío de un misionero, Hechos 13.3, 14.23.

¿Qué haremos al ayunar?

Oramos, Daniel 9.3, Jeremías 14,12.

Nos humillamos, Deut. 9.18; Neh. 9,1.

Leemos las Escrituras, Jeremías 36.6.

Hay Clases Diferentes De Ayuno

Para empezar ¿porqué no pierdes una comida para orar? Podrías ayunar desde la cena hasta la próxima cena.

En circunstancias muy extremas tanto Moisés como Elías y Jesús ayunaron 40 días, pero no es normal eso.

Éxodo 24.18. 1 Reyes 19.8, Mateo 4.1-2. A nosotros se nos podría contar por pecado.

Normalmente tienes que beber aún más, raramente ayunas de agua.

Podrías ayunar de cosas dulces y lujos como Daniel ayunó así tres semanas, Daniel 10.2-3. Te conviene a menudo ayunar de la tele, y quizás de deportes o las relaciones matrimoniales para que busques más a Dios. 1 Cor. 7.5.

Para David, los discípulos de Juan, Ana, Pablo y Cornelio el ayuno era un estilo de vida. Ve Salmos 109.24; 69.10; Mateo 9.14; Lucas 2.37; Hechos 10.30; 13.3, 14.23; 2 Cor. 11.27.

Ahora, El Ayuno Escogido De Dios.
Nos convendría a todos nosotros ayunar de vez en cuando y como el Espíritu Santo dirija, pero hay otro tipo de ayuno que también es inmensamente poderoso.

No Cada Ayuno Agrada Al Señor

En Zacarías 7,5-6 el Señor preguntó a personas y sacerdotes si ayunaban por él, o ¿si tuvieron otra agenda? El ayuno que se ve en Isaías 58,1-5 definitivamente no agradó a Dios. Incluso durante su día de ayuno ante el Señor, la gente se aprovechaba de sus obreros, discutiendo, dando palizas el uno al otro, siendo hipócritas e intentando chantajear a Dios, quejándose y negando sus órdenes. Dice Dios, "Así ni siquiera pensar que os voy a escuchar desde lo alto".

¿Que Tipo De Ayuno Agrada A Dios?

Dios dice en Isaías 58,6-12, "Así es el ayuno que he escogido", y nos los recomienda a nosotros.

Este tipo de ayuno casi no tiene que ver con la negación de la comida, más bien trata de negarte a ti mismo escogiendo vivir por Dios y por otros. No dura solo un día más bien es un ayuno para toda la vida tan largo como vivamos.

Dios Nos Pide Que Ayunemos Así:
Desatar las ligaduras de impiedad.

Soltar las cargas de opresión.

Dejar ir libres a los quebrantados.

Romper cada yugo.

Partes tu pan con el hambriento.

Albergues a los pobres errantes.

Cubrir el desnudo al verle así.

No esconderte de tu hermano.

Quitar el yugo de en medio de ti, el dedo amenazador y el hablar vanidad.

Este tipo de ayuno puede cambiar el mundo aunque trae consigo mucha demanda espiritual, emocional y material. Pero ve cómo Dios apoya milagrosamente a los que se atreven a negarse para vivir en favor del pobre y oprimido.

   Tu luz vendrá como el alba.
   Tu sanidad aparecerá pronto.
   Tu rectitud irá delante de ti.
  El Señor será tu retaguardia.
   Cuando clames, el Señor contesta.
  Cuando pides ayuda, Dios te dirá, 
   "Aquí estoy yo".
   Tu luz subirá en la oscuridad.
  Tu noche será como el mediodía.
   El Señor te guiará siempre.
   Satisfará tus necesidades.
  Dará vigor a tus huesos.
   Serás como un jardín bien regado.
  Serás un manantial que fluye.
  Tu descendencia reconstruirá las ruinas antiguas.
  Repararás y restaurar la sociedad.

  También Ve Zacarías 7.8; 8,16-19

Por : Carlos Benavides

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