IGLESIA DE CRISTO

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ESTUDIOS BÍBLICOS

lunes, 29 de julio de 2024

LAS RUINAS DE ISRAEL

LAS RUINAS DE ISRAEL 


Cuando consideramos a Israel y sus fracasos, puede ser fácil observar su infidelidad y considerarnos mejores que eso. Pero "las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos esperanza" (Romanos 15:4). Podemos aprender de ellos.

Hay al menos tres errores tempranos de Israel que contribuyeron a su apostasía, descritos en el libro de Jueces. Los tres son errores en la obediencia a los mandamientos de Dios y son malos resultados sobre los cuales Dios incluso les advirtió. Consideremos brevemente lo que podemos aprender de su desobediencia.

Primero, Dios les había ordenado expulsar a los habitantes de la tierra: "Cuando hayáis cruzado el Jordán hacia la tierra de Canaán, expulsaréis de delante de vosotros a todos los habitantes de la tierra... desposeeréis a los habitantes de la tierra y habitad en ella, porque os he dado la tierra para que la poseáis" (Números 33:51-52). "Pero si no expulsas de delante de ti a los habitantes de la tierra, los que dejes te serán una molestia y una espina en tu costado, y te afligirán en la tierra donde habitas. Y haré con vosotros como pensé hacer con ellos” (Números 33:55-56). Israel nunca terminó de hacerlo. En Jueces 1:21-36, la palabra de Dios dice varias veces: "porque no los expulsaron". Como nunca expulsaron completamente al pueblo de la tierra, Israel “habitó entre ellos”, mezclándose con ellos, lo que los llevó a cometer el mal ellos mismos, lo que nos lleva al segundo fracaso…

Dios les había ordenado destruir los ídolos de las naciones: "Destruirán todas sus piedras talladas, destruirán todas sus imágenes de fundición y derribarán sus lugares altos" (Números 33:51-52). Pero tampoco cumplieron este mandato. "Abandonaron a Jehová, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se fueron en pos de otros dioses de los pueblos que estaban alrededor de ellos, ante los cuales se postraron, y provocaron a ira a Jehová" (Jueces 2 :12).

En tercer lugar, se les había advertido que no se casaran con personas de aquellas naciones paganas: "Si en verdad volvéis y los unís a lo que queda de estas naciones que todavía están entre vosotros, y los unís a ellos y a ellos a vosotros, sabed con certeza que Jehová vuestro Dios no volverá a expulsar de delante de vosotros a estas naciones” (Números 23:12-13). Pero también desobedecieron este mandato: “Y los hijos de Israel habitaron entre los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos; y tomaron a sus hijas por mujeres, y dieron sus hijas a sus hijos, y sirvieron a sus dioses” (Jueces 3:5-6).

Su desobediencia a Dios en estas tres formas los llevó a la apostasía y Dios levantó jueces para liberarlos una y otra vez. ¿Qué podemos aprender de sus fracasos?

En primer lugar, cuando pensamos en la necesidad de expulsar completamente a las naciones paganas, podríamos considerar la amonestación dada por el apóstol Pablo de "hacer morir las cosas terrenales que hay en vosotros: la fornicación, la inmundicia, las pasiones desordenadas, los malos deseos y las avaricias, lo cual es idolatría” (Colosenses 3:5). Al igual que la expulsión de las naciones paganas, estos males deben ser completamente expulsados ​​–condenados a muerte– de nuestras vidas. Estos no son "convenientes de los santos" (Efesios 5:3).

En segundo lugar, al igual que entonces, la idolatría está viva y coleando hoy, y es necesario identificarla y destruirla. No podemos, como lo describe el Señor en Isaías 44:16-17, talar un árbol, quemar la mitad para calentarnos y tallar la otra mitad en forma de ídolo y adorarlo, pero cuando hacemos a alguien o algo más importante para nosotros que Dios y Su voluntad, ¿no hemos construido nuestro propio ídolo al cual rendimos homenaje?

En tercer lugar, sus matrimonios con gente de otras naciones eran un ejemplo de cómo "las malas asociaciones corrompen las buenas costumbres" (1 Corintios 15:33). Debemos tener cuidado con nuestras asociaciones, ya que las malas compañías pueden colarse en nuestras vidas de forma engañosa y silenciosa para luego llevarnos a la ruina.

El registro de los errores de Israel se conserva para nuestro bien. Al comprender sus errores, podemos aprender a ejercer la sabiduría divina para evitar errores similares y, al hacerlo, agradar a Dios.

 Por: Carlos Benavides 


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