RECIBIENDO LOS DONES DE DIOS
(Romanos 15:4)
«Y Jehová dijo a Josué: Mira, he entregado en tu mano a Jericó, a su rey y a sus valientes hombres» (Josué 6:2).
Según algunas teorías sobre el Don y la Gracia, esta promesa dice:
1) ya tienes la ciudad y no puedes perderla; y 2) no se te podría pedir ninguna condición, porque entonces esto no sería un don». Evidentemente, Dios no había leído esa teoría en particular, o no la compartía, pues en los siguientes tres versículos instruye a Josué sobre las condiciones específicas que debían cumplirse para obtener la ciudad de Jericó.
Usando una orden de marcha específica, el pueblo debía marchar alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días. Luego, el séptimo día, debían dar siete vueltas a la ciudad; luego se haría un toque especial de trompetas y el pueblo debía gritar a gran voz.
Obediencia Fiel
Cuando Dios especifica, los fieles obedecen específicamente. Esta es la clase de evidencia de fe que Dios siempre ha requerido; y no podemos disfrutar de Sus promesas hasta que mostremos tal fe.
Dios prometió, pero la ciudad se mantuvo firme. Josué y el pueblo marcharon, pero la ciudad se mantuvo firme. Marcharon una y otra vez, pero la ciudad se mantuvo firme. Al séptimo día marcharon siete veces, pero la ciudad se mantuvo firme. Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y Josué dijo: «Gritad, porque Jehová os ha dado la ciudad». «La ha dado», fíjense, pero la ciudad se mantuvo firme.
Entonces «Todo Terminó, pero solo quedaron los gritos»
«...el pueblo gritó con gran algarabía, y la muralla se derrumbó; el pueblo subió a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y...» ¿QUÉ ES ESTO? ( Josué 6:20) dice: «Tomaron la ciudad». ¿La tomaron? ¿Pensé que era un regalo de Dios? Sin embargo, eso es lo que dice la Biblia; Y ahí se va la teoría del don y la gracia del hombre.
¿Dio Dios la ciudad?
¡Sí, claro! La marcha, los golpes y los gritos no provocaron el derrumbe del muro. Esto fue obra del poder de Dios. Él pudo, y de hecho, hizo caer esos muros sin la ayuda de nadie. Por su poder, Jericó podía quedar a merced de cualquiera a quien Él considerara oportuno dársela. Y consideró oportuno dársela a quienes confiaran explícitamente en Él, a quienes hicieran exactamente lo que Él les había ordenado. Josué y los israelitas tuvieron esta clase de fe, y así obtuvieron el don de Dios: Jericó.
Aplicación sencilla
La salvación es un don de Dios. Es posible gracias a su poder, amor y plan, centrados en el sacrificio de su Hijo unigénito, Jesucristo. Los pecados no se borran con las aguas del bautismo, como tampoco los muros cayeron por la marcha. Pero ¿a quién da Dios este don? Él dice que lo dará a los creyentes que se arrepientan y se bauticen (Mc. 16:16; Hch. 2:38). El don está listo para quienes lo acepten según las instrucciones específicas de Dios.
Por: Carlos Benavides
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