PARA QUE SATANÁS NO GANE VENTAJA ALGUNA SOBRE NOSOTROS
A nadie le gusta que alguien se aproveche de uno. ¡Pero Satanás lo hará, y lo hace! No le preocupa su bienestar. Intenta hacerle daño, obstaculizar sus buenos propósitos y condenar su alma. Cuando trate con él, solo recuerde que no es tonto. Lo siniestro es que es muy “astuto” y “ladino” (Efesios 4:14), “sutil” (2 Corintios 11:3) y engañoso. Debemos “exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3:13). Oh, qué insensatos somos los mortales por nuestra ingenuidad, como lo expresó uno de los escritores del Nuevo Testamento: “El pecado…me engañó” (Romanos 7:11).
Las “asechanzas del diablo” (Efesios 6:11) no siempre se detectan tan fácilmente. Todas las pastillas de Satanás están recubiertas de azúcar. Es bueno haciendo promesas. Promete casi cualquier cosa que el corazón pueda desear. Incluso dejará que uno piense que está adorando a Dios, cuando, en realidad, al que está sirviendo es a él (Juan 9:2). Es tan astuto en sus tácticas y muy minucioso en su enfoque. Nunca debemos olvidar que alguien así es un engañador y está empeñado en girar nuestros pies de lo justo. Nunca ha podido cumplir una sola promesa…sin embargo, continúa haciéndolas y la gente sigue siendo engañada por ello.
El “ganar ventaja”
Lea cuidadosamente las palabras que nos deben hacer reflexionar en 2 Corintios 2:10, 11. Después de enseñar algo sobre el perdón, Pablo agregó estas palabras: “Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones.” Que nunca seamos “ignorantes de sus maquinaciones.” Algunas personas lo son, y, por lo tanto, no se dan cuenta que Satanás obtiene ventaja, hasta que casi es demasiado tarde. Satanás lo quiere, e irá a cualquier extremo para atraparlo. A Pedro, Cristo le dijo: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo” (Lucas 22:31, 32).
Si no tenemos cuidado, Satanás se aprovechará de nuestra inocencia … o de nuestra ignorancia … o de nuestra amabilidad. . . o de nuestra edad. Él se aprovechará de usted a través de “pequeños (?) pecados.” Pero el problema con estos llamados “pecados pequeños” es que ¡no se “quedan pequeños”!
Oh, cómo el diablo anhela a los jóvenes de nuestro país. Él quiere personas de cualquier edad, pero está especialmente ansioso por “llevar cautivo a la ley del pecado” (Romanos 7:23) a los que son jóvenes. Sabe que, si solo puede capturar a los jóvenes de nuestro país, él paralizará las posibilidades de un “mejor mañana.”
Jóvenes, no dejen que Satanás obtenga una sola ventaja. No ignore sus maquinaciones. “Huye también de las pasiones juveniles” (2 Timoteo 2:22). “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo…” (1 Timoteo 4:12). “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12:1).
Ya sea joven o viejo … solo usted puede determinar si Satanás se afianza o no en su vida. Como dijo Salomón: “Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas” (Proverbios 1:10). Solo usted puede dar, o negarse a dar, ese consentimiento.
El diablo no nos dejará solos
El apóstol Pablo se esforzó por nosotros, cuando nos dejó entrar a un pequeño secreto. Tal vez hemos pensado en Pablo como alguien que no hacía nada sino lo correcto. Hacemos todo tipo de concesiones y ofrecemos muchas excusas para no ser más como Pablo. Pensamos: “¡Qué!, su caso no se parece en nada al mío,” decimos: “Nunca podría esperar vivir la buena vida que él vivió,” ¿Es esto realmente cierto?
Eche un vistazo a la vida de este hombre. Estudie bien su caso. Tenía sus problemas … y muchos. También eran grandes. La vida estaba muy complicada para él. Personalmente, me alegra que haya dicho lo que hizo, porque hace que su vida se parezca un poco más a la mía. Escúchelo en su lucha por vivir bien: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley…” Esto no era la excepción a la regla; Era la regla. Era un hecho cotidiano. Era algo que esperaba. “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí” (Romanos 7:21).
Pablo simplemente estaba diciendo, si pudiera parafrasear su lenguaje, “El diablo simplemente no me deja en paz.” Tampoco lo dejará solo, no tiene como objetivo dejar a nadie solo. Debe “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7), pero no piense que no volverá. Jesús resistió al Diablo, y se nos dice: “Cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por un tiempo” (Lucas 4:13). La partida del diablo será solo temporal; será solo “por un tiempo.” Debe haber una resistencia constante, porque volverá continuamente. Aléjese de él.
En la parábola del sembrador, Jesús explicó el significado de la semilla que cayó en el camino. “Pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones” (Marcos 4:15). Cuando el hombre emprende cualquier buen movimiento, Satanás viene de inmediato. Usa su tiempo buscando oportunidades. El relato de Mateo de esta fase de la parábola arroja un poco más de luz sobre el estado de vigilancia y persistencia de Satanás. “Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón” (Mateo 13:19). Simplemente empiece una buena obra, haga un acto excelente … ¡tenga una buena intención y entonces vendrá el malo!
¿Cómo trabaja?
Para estar alertas ante Satanás, no espere una apariencia de un monstruo que repentinamente lo atacará y lo asustará, porque si es así, entonces nunca lo verá en lo absoluto. Él simplemente no viene de esa manera. Satanás es muy engañoso. No siempre lo vemos en un inicio; ni el movimiento que está haciendo este engañador, a menos que estemos alerta.
Satanás puede obrar a través de algún ser humano; puede trabajar en ciertas circunstancias; puede estar oculto dentro de alguna distracción. ¡Satanás puede esconderse, pero de todos modos es real! Pablo creía que el “aguijón en la carne” no era sino “un mensajero de Satanás que me abofetee” (2 Corintios 12:7-12).
Algunas personas nunca se volverán inmorales. Algunos nunca se rebajarán a asesinar. Algunos nunca pensarían en robar. Pero, Satanás tiene otras formas de ganar ventaja sobre nosotros. Usted podría nunca tomar una bebida alcohólica; podría nunca mentir, ni engañar, ni maltratar a los necesitados. “¡Hay más formas de matar a un gato que simplemente atragantarlo con leche!” y hay más formas de jugar dentro de la mano de Satanás que cometiendo actos abiertos que todos saben que están mal. A través de las siguientes cosas sugeridas, podemos hacer de nuestras vidas un patio de recreo para el Diablo.
Malas actitudes hacia los demás
Cuando existe la menor probabilidad de que la actitud de un hombre pueda pervertirse, “viene el malo.” “¡Satanás viene de inmediato!” Aquí es donde hace estragos en la posibilidad de un hombre de hacer el bien. El diablo hiere el amor de uno por el Señor al dañar su amor por los demás. “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).
Si los rayos de una rueda están correctamente instalados en el eje y en la llanta, inevitablemente estarán en una relación correcta entre sí. De la misma manera, si dos personas tienen la relación correcta con Dios, inevitablemente tendrán la relación correcta entre sí. “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (I Juan 1:7).
No deje que Satanás se aproveche de usted a través de sentimientos de resentimiento que tenga hacia otro. No tenga envidia de lo que pertenece a otro. No guarde malicia en su corazón. No ande buscando formas de criticar a otras personas. Es mucho más fácil ser crítico que ser correcto. Puede dar lo mejor de sí mismo sin andar pateando todo.
No se salga de control cuando otros no hagan lo que a usted le gustaría que hicieran. No puede enojarse por todo. No se trata solo de encontrar una falla, sino de saber qué hacer con ello una vez que lo haya encontrado. En lugar de usar su tiempo tratando de descubrir quién es el culpable, úselo más sabiamente tratando de averiguar quién lo va a solucionar.
En una ocasión, una mujer era conocida por ser tan crítica con su vecina. Aprovechaba todas las situaciones posibles para señalar las fallas de ella. En una ocasión, la mujer tenía a una invitada en su casa y, con un esfuerzo por hablar mal de su vecina a los ojos de su invitada, señaló a través de la ventana de la cocina la ropa de la vecina en el lazo. “Mira esa ropa,” dijo, “¡qué deslucida, rayada y sucia!” Para su sorpresa, la invitada respondió: “Señora, creo que, si observa más de cerca, encontrará que es su ventana, y no la ropa de la vecina, que está deslucida, rayada y sucia.” Es muy fácil adornar nuestras cualidades y empañar los de los demás.
Uno de los grandes principios que Jesús estableció para nosotros en el Sermón del Monte fue simplemente esto: antes de que podamos hacer las cosas bien con Dios, debemos hacer las cosas bien con nuestro prójimo. Escuche las palabras de Jesús: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23, 24).
Cuando se hizo esa declaración, la gente estaba adorando según el patrón mosaico, pero el principio aun es aplicable ahora. Si viviéramos bien, ¡este es un principio que no podemos evitar! Debemos estar “estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18).
Mostrando mal genio
A Satanás le gusta hacer enojar a un hombre, para ganar ventaja sobre de él. Una mente enojada es el taller del diablo. “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Efesios 4:26, 27). Observe la última frase, “ni deis lugar al Diablo.” A través de la ira, damos lugar al Diablo.
El hombre sabio de la antigüedad dijo: “No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios” (Eclesiastés 7:9). La ira ciertamente puede hacer insensato a un hombre, ya que las personas a menudo dicen cosas y hacen cosas, cuando están enojadas que no pensarían en decir o hacer en una situación diferente.
Puede ser que esta sea su mayor debilidad. Si es así, Satanás lo descubrirá rápidamente. Un hombre dijo en una ocasión: “Estoy a merced de cualquiera que pueda hacerme enojar.”
Cuando deletreas “peligro” (danger), tendrá que deletrear “enojo” (anger), y cuando deletrea “enojo,” solo le falta una letra de “peligro.” Cuando está lleno de ira, también estás muy cerca de un grave peligro.
No sé de dónde surgió este pensamiento, pero vale la pena transmitirlo a los demás: “La ira es un ácido que causará más daño al recipiente en el que se almacena que a cualquier cosa en la que se vierta.”
¿Puede pensar en algo que se haya logrado a través de la ira que no podría haberse logrado mejor de alguna otra manera? Sería una tontería que un barco se embarcara en una tormenta―y sería una locura intentar hacer algo cuando está enojado.
Hay una gran diferencia entre una pieza de su mente y la paz de su mente. No piense que le dará tranquilidad, darle a otra persona una pieza de su mente. También hay una diferencia entre soportar la tormenta y atacar el clima. ¡No necesariamente tiene sentido que uno de estos logrará lo otro! ¿No dijo el Señor: “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas”? (Lucas 21:19). Oh, ¡cómo necesitamos paciencia, para que Satanás no gane ventaja sobre nosotros! A través de la paciencia podemos mantener la calma; sin ella nos enfadamos y estallamos. El diablo está trabajando muy duro en nuestras emociones. Le gustaría molestarnos, angustiarnos y frustrarnos. No deje que gane ventaja de usted. Resístalo para que huya de usted (Santiago 4:7).
Mal uso de la lengua
Debemos tener cuidado de cómo usamos nuestra lengua, para que Satanás no gane ventaja de nosotros. “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo” (Santiago. 3:2).
“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias” (Proverbios 21:23). “En las muchas palabras no falta pecado; Mas el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19).
Es aleccionador saber que “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos” (Proverbios 18:21). El uso de la lengua, por lo tanto, se convierte en un asunto muy serio. Para los que somos propensos a hablar mucho, resulta bastante aterrador saber, “que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mateo 12:36). ¡Se está haciendo un registro en el cielo de cada palabra que decimos!
“Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12:37). ¡Piense en ello! … nuestras bocas pueden justificarnos o condenarnos!
El escritor inspirado, Santiago, describe de manera muy directa y franca el poder y el peligro de la lengua. En el tercer capítulo de su epístola, tenga en cuenta conmigo algunas de las cosas que se dicen sobre la lengua.
(1) “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!” (Santiago 3:5). En los primeros cinco versículos, aprendemos que la lengua le puede dar forma al curso de la vida de un hombre.
(2) “Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago 3:6). ¡Qué herramienta en la mano del maligno!
(3) “Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal” (Santiago 3:8). ¿Por qué se dijo que: “ningún hombre puede domar la lengua”? La lengua es un miembro rebelde del cuerpo. No tiene mente propia. Llega a ser una herramienta de la mente. Nadie más puede domarlo. La lengua pertenece a la mente, que gobierna a los otros miembros del cuerpo. ¡La lengua solo hará lo que la mente le permita hacer! ¡Controlar la mente es controlar la lengua!
(4) “Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así” (Santiago 3:9-10)
¿Quién puede atreverse a estar en desacuerdo con Santiago sobre cuán rebelde puede ser la lengua? Las lenguas suelen mentir, chismear, recurrir a la calumnia, blasfemar, hablar palabrotas, ser fanfarrón, adular, etc. ¡Qué ventaja puede obtener Satanás a través de nuestro mal uso de la lengua! ¡No nos atrevamos a dejar que obtenga esa ventaja!
Deberíamos aprender una lección de David, cuando dijo: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios” (Salmo 141: 3). Con la determinación en su corazón de que Satanás no se aprovecharía de él, dijo: “He resuelto que mi boca no haga transgresión” (Salmo 17:3). Salomón añadió esta advertencia: “No dejes que tu boca te haga pecar” (Eclesiastés. 5:6).
Job reconoció los peligros en este sentido y dijo: “Mi mano pongo sobre mi boca” (Job 40:4). A Job le llevó bastante tiempo llegar al lugar donde estaba dispuesto a dejar de justificarse y protegerse la boca.
A veces es difícil saber cuándo hemos dicho lo suficiente. Es tan difícil saber cuándo hablar y cuándo no hablar. “Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es! (Proverbios 15:23). Hay un “tiempo de callar, y tiempo de hablar” (Eclesiastés 3:7).
Al diagnosticar un caso, el médico a menudo comienza diciendo: “Déjeme ver su lengua.” Al diagnosticar la religión del hombre, uno podría comenzar diciendo: “Déjeme ver su lengua”. En Santiago 1:26 se nos dice: “Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.” Quizás necesitemos el espíritu del hombre que oró: «¡Oh Señor, llena mi boca con cosas que valgan la pena y luego dame un codazo cuando haya dicho lo suficiente!” Dado que su lengua está en un lugar húmedo, debería tener mucho cuidado o podría resbalar.
Qué ventaja gana Satanás de nosotros a través del uso incorrecto de nuestras lenguas. Por nuestro hablar, a menudo hacemos que el amor fraternal se vuelva frío con la escarcha de la sospecha. A través de nuestras palabras, a menudo dejamos heridas que supuran durante horas. ¡Podemos ser muy despiadados en nuestro hablar! Si siente que debe quitar una mosca de la cabeza de otro hombre, ¡no use un martillo! Tenga cuidado de cómo corrige a otro. No levante una cortina de hierro de amargura, sino esfuércese por ser amable, comprensivo y humilde en cada palabra de corrección.
“Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Colosenses 4:6). Nuestro hablar debe ser sazonado con sal, no con pimienta. Déjeme repetir que cada hombre debe esforzarse por saber cuándo hablar y cómo. “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido” (Proverbios 17:28). Recuerde, debemos ser “tardo para hablar” (Santiago 1:19).
Excusas
A Satanás le agrada mucho cuando el pueblo del Señor comienza a poner excusas. Este es un artilugio antiguo de Satanás. La naturaleza humana no ha cambiado mucho. En el primer siglo, hubo quienes “Todos a una comenzaron a excusarse” (Lucas 14:18). Del mismo modo, hay quienes hoy comienzan dando excusas. Puede haber algunos nuevos pecadores hoy, pero no hay nuevos pecados. “Nada hay nuevo debajo del sol,” dijo el Predicador hace mucho tiempo (Eclesiastés 1:9).
Algunas personas son muy buenas para inventar excusas, cuando se les pide que hagan algo que no quieren hacer. Muchos han estudiado “Pretextología”. Ahora, ese no es un curso que uno tome en la universidad, pero es un curso que algunos han tomado en la vida. Parece que hay un pretexto para todo. Razones que suenan bien, ¡no siempre son buenas razones!
¿Acaso un cristiano no se acusa a sí mismo cuando trata de poner excusas? El poner excusas tiene que ver mucho con el sentido de los valores. Se observa un contraste crudo entre dos hombres, Moisés e Isaías. Cuando Dios puso ante estos hombres un desafío, la reacción de un hombre fue: “¿Quién soy yo para que vaya?” (Éxodo 3:11); la reacción del otro fue: “Heme aquí, envíame a mí.” (Isaías 6:8).
Muchas veces el buey está en la zanja. Esta excusa ha sido literalmente desgastada. ¿Por qué hay tantos bueyes en la zanja el domingo? ¿No es porque hayamos cavado muchos pozos durante la semana? Tal vez un hombre con un buey en la zanja debería hacer una de dos cosas: ¡matar al buey o tapar la zanja! ¡El buey cae muchas veces!
Pablo insta a que no seamos ignorantes de las maquinaciones de Satanás. La mayoría de las veces que nos damos la vuelta, “viene el malo.” Fallamos no solo por las malas acciones,
demasiado tarde. Lo que el Señor le diga, hágalo de inmediato. No hay tiempo para perder. “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:11-14).
¡Es más tarde de lo que usted cree!
“En tiempo aceptable te he oído y en día de salvación te he socorrido” (2 Corintios 6:2). “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6). La vida tiene sus momentos favorables. Puede que no esté tan de humor para ir a Cristo mañana de lo que lo está hoy. El tiempo está del lado del diablo, porque él quiere que “de tiempo” antes de darle un giro a su vida; la acción inmediata está del lado del Señor, porque el presente es el único momento del que está seguro.
¿Alguna vez ha obedecido el evangelio de Cristo? Dice que es cristiano, pero ¿está seguro? Puede estar seguro. No deje que Satanás gane ventaja engañándole para que piense que solo siendo sincero en lo que cree, es todo lo que cuenta. Debe saberlo con certeza. Solo por la Biblia puede saber.
¿Su fe lo ha hecho arrepentirse de sus pecados? Si no, no puede ser salvo (Lucas 13:3, 5). ¿Ha confesado el dulce nombre de Cristo ante los hombres? Si no, hágalo de inmediato. De manera rápida y sincera, dígale al mundo “Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios” (Hechos 8:37; Mateo 16:16). Ahora, ¿se ha bautizado? Si es así, por rociamiento no es el bautismo bíblico. Debe haber una inmersión, un entierro (Romanos 6:3, 4; Colosenses 2:12). ¿Con qué propósito fue bautizado? Debe ser “para la remisión de los pecados” (Hechos 2:38). “¿por qué se detiene? Levántese y bautícese, y lave sus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).
Una pregunta más: ¿Está viviendo una vida fiel y consagrada a Dios? Si no, no hay mejor momento para volver que ahora. Cada momento de retraso le da a Satanás mucha más ventaja. ¡Que Dios ayude a todos a vencer a Satanás … lo haga huir … y ahora vaya usted a Dios … obedezca el evangelio … y, por lo tanto, traiga gloria a nuestro Salvador y salvación a nuestras almas!
Por: Carlos Benavides